Castro de Alcañices sigue celebrando con orgullo y devoción la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una tradición que ha sobrevivido al paso del tiempo gracias al compromiso y la entrega de sus habitantes. En un contexto en el que muchas festividades rurales desaparecen o se reducen a recuerdos, este pequeño pueblo se alza como un ejemplo de resistencia cultural y fe compartida.
En una época en la que muchas tradiciones rurales se desdibujan, un pequeño pueblo de la provincia de Zamora resiste al olvido manteniendo viva la festividad del Corazón de Jesús. Más que una cita religiosa, es una expresión de identidad colectiva: son los propios vecinos quienes, año tras año, se organizan, recaudan fondos, montan altares y celebran esta fiesta que une generaciones.
La festividad, que gira en torno a la figura del Sagrado Corazón, se convierte cada año en una auténtica manifestación de unidad vecinal. Desde la preparación de los altares hasta los actos litúrgicos y festivos, todo se realiza de forma voluntaria, con entusiasmo y sentido de pertenencia.
Lo más conmovedor de esta celebración es ver cómo abuelos, padres, jóvenes y niños participan codo con codo, transmitiendo valores, tradiciones y una forma de vivir.
