Los sonidos de los cencerros del personaje, encarnado por Alberto Barrios García, despertaban esta mañana a los vecinos del pueblo, que vive el 1 y el 6 de enero sus dos días más señeros del año.
La festividad del Año Nuevo ha despertado un año más al Zangarrón de Montamarta, representado este año por el joven Alberto Barrios García, que ha recorrido las calles del pueblo reviviendo una de sus tradiciones más ancestrales. Fiesta de quintos, de ofrendas, de aguinaldos y de la lucha del bien contra el mal en una de las tradiciones más queridas por los hijos del pueblo.
A las cinco de la madrugada de este gélido 1 de enero comenzaba el ritual de vestir al Zangarrón. Las expertas manos del señor Tano -que ha tenido que regresar a la faena que durante tantos años ejerció porque José Ramón, el actual vestidor, está lesionado por un accidente doméstico- comenzaban a coser puntada a puntada la indumentaria del diabólico personaje, a quien le está negado el acceso al templo por ser sagrado.
Como curiosidad, se da la circunstancia de que por primera vez vestía Tano al hijo de un Zangarrón a quien también sus manos le cosieron el traje en 1989, en un año tan frío como este. Una vistosa colcha como jubona, dos toallas marrones y amarillas en las piernas, los calcetines y las zapatillas blancas, las cintas de colores, los cencerros ceñidos en la cintura y la máscara de diablo hoy negra, que el próximo día 6 de enero será roja; el tridente en la mano... y el joven Alberto, ya convertido en Zangarrón, estaba listo para salir a las calles a revivir un rito ancestral que se repite en Montamarta cada año cuando llega enero.
El frío y la cerrada niebla no ha podido con la ilusión con la que los vecinos viven una de sus fiestas más queridas y las carreras y persecuciones han sido la constante en una mascarada que se repetirá el próximo 6 de enero, festividad de los Reyes Magos.