Katia, Sascha y Ilia vuelven a casa

Con mucho miedo, con sentimientos encontrados y sobre todo con el deseo de que todo esté bien despedimos a tres ucranianos de Dnipro
Despedida ucranianos
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Con mucho miedo, con sentimientos encontrados y sobre todo con el deseo de que todo esté bien despedimos a tres ucranianos de Dnipro, una ciudad con más de 900.000 habitantes que huyeron de Ucrania por miedo a una guerra que tras un año sigue en medio de todo lo que ocurre en Europa y en el mundo sin remedio efectivo.

Todos los señores de la guerra siguen ganando cantidades ingentes de dinero mientras los que huyeron de su país, intentan retomar una vida que en España quizá no fue lo suficientemente buena para que se quedaran con nosotros porque la morriña aún con una guerra de por medio es morriña aquí y en Ucrania por supuesto. 

Lo que está claro es que esta familia deja muchos y buenos amigos en Villaralbo y Zamora. Ellos llorarán su marcha esperando que en su Dnipropetrovsk todo esté en orden. 

El marido de Katia trabaja en la ciudad y es un miembro indispensable en el tratamiento del agua potable para los miles de ucranianos que habitan en la ciudad por eso decidió quedarse.  Ahora su mujer y sus hijos tras casi un año de exilio forzado vuelven con la esperanza de que su ciudad se mantenga lo más libre posible de drones y bombas. 

Katia ha trabajado todo este tiempo en una empresa de Zamora, de los niños ha cuidado en muchas ocasiones Alfonso y su mujer, que han hecho de abuelos de Sascha y Ilia. 

Aún sentimos un escalofrío cuando Alfonso cuenta emocionado que Ilia bailaba con su mujer en la cocina y el pequeño hacia de nexo de union en un baile ocasional cargado de emociones en su casa. 

Los niños se integraron todo lo bien que puede integrarse un niño en un ambiente complicado en el que la guerra les separó de los suyos a la fuerza. 

Villaralbo ha sido su hogar durante el casi un año que haría el 9 de abril. Un año donde la comunicación vía Viber y Wasap ha dado la parte de vida que podían vivir a 4.075 kilómetros de su casa. 

La suerte esta echada para ellos en un viaje de unos días en autobús hasta Ucrania, allí les esperan sus familiares que hasta ahora han tenido la otra suerte, la de la vida a su lado. 

Otros no tuvieron tanta suerte y fueron masacrados en ciudades como Mariupol o Jersón, muchos niños emigraron al este del país donde parece haber más paz tensionada pero un poco de calma. El caso es que guerra hay sigue habiendo y el ejército ruso prepara una ofensiva que dará mucho que hacer al ejército ucraniano y a los aliados que aún no tienen lo que hay que tener, para parar una guerra como todas las guerras, injusta y cruel. 

Nuestros villaralbinos de adopción que llegaron desde Varsovia y Cracovia, nuestros especiales refugiados recogidos por las alas de Acción Norte vuelven a casa.

Ahora sólo nos queda rezar porque esto acabe pronto, rezar a los creyentes y pensar a los pensantes que dieron una semana de sus vidas por salvar la de los que ahora deciden volver a un país que arrasado por las bombas y los miles de problemas, acompañan una situación insostenible. 

Un momento crucial para un gobierno, el de Zelenski que lucha contra un enemigo enorme, contra el poder de los señores de la guerra y que atormenta a un mundo que sueña como siempre con la paz. 

Buen viaje amigos, contarnos como va todo allá donde estéis, aquí queda también vuestra casa y el recuerdo amable de un intercambio cordial de culturas y costumbres de idiomas universales de vidas comunes. Nunca decir adiós, que sea un hasta pronto

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