Durante estas Navidades, localidades zamoranas como Sanzoles, Pozuelo de Tábara, Ferreras de Arriba, Villarino tras la Sierra y Vigo de Sanabria celebran las Mascaradas de Invierno, una tradición ancestral que combina elementos mágicos, paganos y cristianos y que constituye uno de los tesoros culturales y antropológicos de la región.
Entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, coincidiendo con el solsticio de invierno, los habitantes de estos pueblos recrean antiguos ritos en los que diablos, zangarrones, tafarrones, madamas, visparros y otros personajes recorren las calles, persiguiendo y azotando a los vecinos mientras piden el aguinaldo. Estas representaciones simbolizan la lucha entre el bien y el mal, y su origen se remonta a ritos paganos relacionados con la adolescencia y los ciclos agrícolas, posteriormente adaptados al calendario cristiano.
En Sanzoles del Vino, el protagonista es El Zangarrón, con su máscara de cuero, penacho de cintas y traje de cuadros, que recorrerá las calles el 26 de diciembre buscando el aguinaldo y azotando a los vecinos con vejigas hinchadas. Esta fiesta está declarada de Interés Turístico Regional.
En Pozuelo de Tábara, el Tafarrón y la Madama recorren el municipio el mismo día, despertando a los músicos y visitando las casas mientras los "Entrantes" dan los buenos días en nombre del Niño Jesús.
En Ferreras de Arriba, la mascarada conocida como La Filandorra o Obisparra enfrenta a los Guapos, que representan el bien, contra los Feos, que encarnan el mal, en una auténtica secuencia teatral que involucra a toda la comunidad.
En Villarino tras la Sierra, los Caballicos, el Pajarico y los Zamarrones persiguen a los vecinos, manchándolos de barro y recogiendo el aguinaldo, en una tradición que combina humor, riesgo y convivencia vecinal.
Por último, en Vigo de Sanabria se ha recuperado recientemente La Talanqueira o Visparra, una mascarada medieval que reúne a Visparros, la Talanqueira, La Filandorra y los Ciegos, quienes lanzan harina y animan a los asistentes en un espectáculo cargado de color y tradición.
Estas mascaradas de invierno son una muestra del patrimonio intangible de Zamora, donde lo ancestral se mezcla con lo festivo, ofreciendo a vecinos y visitantes una experiencia única que mantiene viva la magia y la historia de la región durante las fiestas navideñas.