Figueruela de Abajo rinde homenaje a Fray Romualdo Fernández, nombrado Hijo Predilecto de la localidad

La localidad alistana recuerda la figura del fraile franciscano en el décimo aniversario de su fallecimiento con un acto institucional, una misa solemne y un emotivo encuentro vecinal que puso en valor su legado misionero, cultural y humano.

Figueruela de Abajo
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Figueruela de Abajo vivió una jornada cargada de emoción y memoria compartida con el homenaje a Fray Romualdo Fernández Ferreira, uno de los miembros más reconocidos de la Orden Tercera de San Francisco. Su vida, marcada por la misión, el estudio y la investigación histórica, lo convirtió en una figura de referencia dentro y fuera de España, especialmente en África y Oriente Medio.

Reconocimiento público en la iglesia de Santiago Apóstol

El acto institucional tuvo lugar en el pórtico de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, donde la alcaldesa de Figueruela de Abajo, Lucía Codesal Villota, descubrió la placa conmemorativa que reconoce oficialmente a Fray Romualdo como Hijo Predilecto de la localidad. El homenaje contó con la presencia de vecinos, feligreses y familiares del fraile, entre ellos sus sobrinos, a quienes la regidora entregó el escrito acreditativo del nombramiento.

La música tradicional acompañó distintos momentos del acto, con la gaita como elemento sonoro que reforzó el carácter solemne y, al mismo tiempo, popular de una celebración nacida del afecto y el reconocimiento de su pueblo natal.

Misa solemne y testimonios de quienes lo conocieron

La jornada continuó con una misa solemne en memoria de Fray Romualdo, coincidiendo con el décimo aniversario de su fallecimiento, ocurrido en Damasco en 2015. La eucaristía fue oficiada por Manuel Muiños Amoedo, sacerdote diocesano de Salamanca, miembro de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad y presidente de Proyecto Hombre a nivel nacional y en Salamanca.

Al término de la celebración se dio lectura a varios mensajes enviados por amigos y compañeros que no pudieron asistir al homenaje, ampliando así el recuerdo más allá de Figueruela de Abajo y evidenciando la huella que Fray Romualdo dejó en distintas comunidades. En uno de los textos se evocó su manera de estar en el mundo como “un nombre sencillo, casi susurrado”, y se resumió su trayectoria con una expresión que se repitió durante la jornada: “pasó haciendo el bien”.

También se compartieron testimonios de personas que convivieron con él en Oriente Medio, destacando su estilo franciscano, su humildad cotidiana, su disponibilidad constante y el respeto que le permitió relacionarse con naturalidad tanto con comunidades cristianas no católicas como con el ámbito musulmán, donde era recibido con cercanía y estima.

Encuentro final de fraternidad

Tras los actos religiosos e institucionales, vecinos y autoridades compartieron un vino español en el Club de Jubilados “San Miguel”, presidido por Pedro Iglesias Salas. El encuentro se desarrolló en un ambiente de fraternidad y gratitud, donde el recuerdo personal dio paso a la conversación compartida y al reconocimiento colectivo de su figura.

Un legado universal: misión, cultura y diálogo

Nacido en 1937, Fray Romualdo Fernández dedicó su vida a la misión franciscana en África y Oriente Medio, con un vínculo especialmente estrecho con Siria. Allí desempeñó distintas responsabilidades como párroco, maestro de novicios y delegado franciscano, siendo recordado por su cercanía humana y su capacidad para tender puentes entre culturas, confesiones y realidades sociales diversas.

Paralelamente a su labor pastoral, desarrolló una intensa actividad académica e investigadora. Participó en la documentación de las denominadas “Ciudades Muertas” del norte de Siria junto a especialistas franciscanos y realizó estudios sobre el monacato sirio y la arquitectura paleocristiana. Fue también responsable de la restauración del Memorial de San Pablo en Damasco y autor de diversas publicaciones relacionadas con la arqueología bíblica y la historia franciscana.

Desde la comunidad franciscana lo definieron como “un puente entre la fe y la ciencia, entre Oriente y Occidente”, una dimensión que estuvo muy presente durante el homenaje celebrado en Figueruela de Abajo, donde su memoria quedó vinculada de forma permanente al lugar que lo vio nacer.

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