Los viejos carros cargados de talegones, mosteando por el traqueteo de los caminos han dado paso a vehículos todoterreno con cajas llenas de uvas camino de las pocas bodegas centenarias que aún sobreviven a los derrumbes. Bodegas excavadas en zonas arcillosas a pico y pala por nuestros bisabuelos y que algunas aún conservan ciertos habitáculos donde albergaban enormes cubas de roble que año tras año, después de un buen lavado, alojaban el mosto que una vez fermentado daba lugar a ese vino tan natural y con baja graduación tan característico de la zona del Tera.
Esta semana hemos participado en la recolección de uva en Camarzana de Tera, para uno de los cuatro viticultores que aún conservan la tradición de hacer vino. La fermentación del vino en grandes cubas ha dado paso a grandes recipientes de plástico donde se vierte el mosto una vez estrujada la uva. Después de la fermentación el mosto se trasvasa a grandes depósitos de acero inoxidable donde reposa antes de ser embotellado como vino joven. La tradición de la bodega familiar, tal y como nos confiesa Javier, “ es algo que se está olvidado porque no compensa”, “es más cómodo y casi más barato comprarlo en el supermercado”. Javier, al igual que otro puñado de pequeños vinateros del Tera no quiere perder esa vieja tradición, casi romántica, de proveerse de su propio vino que esperamos que perdure durante mucho tiempo para mantener a su vez esa costumbre tan de nuestros Valles de “ir a la bodega”.
La cosecha de este año, a pesar de la sequía, se presenta buena con una uva muy dulce que de seguro proporcionará un vino con una buena graduación.
Después de una dura jornada de vendimia todos los que aún disfrutamos de estas tradiciones vinícolas hemos brindado con un vino añejo por el mantenimiento de la vendimia y las bodegas tradicionales en Camarzana y en en toda la zona de nuestra comarca de Los Valles.
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