El fuego ha ocasionado, además de dolor, descontento por parte de los vecinos de los municipios afectados. Un dolor que no tiene nombre ni magnitud.
Martín Casas vive en Serracín de Aliste y, desde que arrancó el fuego, lo vive a escasos treinta metros de su vivienda. Un dolor incalculable y un temor por aquellos que perdieron sus hogares, sus ganados y el de miedo propio.
“En vez de defender los pueblos, han defendido la sierra. Podían haber luchado para evitar que se quemara el pueblo. Para que luego venga un tío que pague un dineral por matar ciervos o lobos, eso es dinero para ellos, no para nosotros. Los pueblos, los ayuntamientos… vivimos de los pinos, que se han quemado todos y lo peor es que vendrá una empresa que los comprará por cuatro duros”, ha explicado.
Y es que, este incendio se ha convertido en una de las mayores catástrofes de Zamora, “tengo 40 años y esto no lo he visto en la vida. Mi madre tampoco” y es que, actualmente se han quemado cerca de 20.000 hectáreas.
El aire y la sequía complicaron la situación. “Se veían los rayos caer y prender rápidamente desde Ferreras. Se les ha ido de las manos porque hay cosas que se podían haber evitado, a mi manera de ver”.