Hace apenas un mes la Diputación de Zamora completaba la entrega de los armarios de intervención rápida contra incendios, unos kits básicos para la primera respuesta ciudadana frente a las llamas, especialmente pensados para los municipios de alto riesgo.
Con ellos, cada pedanía podía disponer de mangueras, batefuegos, mochilas y otros útiles imprescindibles para ganar minutos hasta la llegada de los bomberos profesionales.
Sin embargo, en el municipio de Ayoo de Vidriales estos equipos siguen acumulando polvo en los locales municipales, sin que el alcalde los haya distribuido a las localidades del entorno, que conocen demasiado bien la amenaza del fuego. Basta recordar el grave incendio que el pasado verano arrasó zonas de Congosta o Carracedo, dejando tras de sí un paisaje de ceniza y la sensación de vulnerabilidad entre sus vecinos.
Vecinos desprotegidos y sin respuestas
Los habitantes de las pedanías no han permanecido en silencio. Han instado en varias ocasiones al regidor a que reparta los kits de forma inmediata, conscientes de que cada minuto cuenta cuando un conato amenaza con convertirse en tragedia. La Diputación de Zamora, responsable del reparto, también ha enviado varios correos electrónicos al Ayuntamiento reclamando explicaciones. A día de hoy, no ha habido respuesta.
El malestar crece porque no se trata de un problema de instalación o de formación. Los vecinos cuentan con medios cercanos y con la experiencia de quienes han tenido que enfrentarse en más de una ocasión al fuego. Lo que reclaman no es un curso ni una infraestructura compleja, sino disponer de esas herramientas básicas que podrían marcar la diferencia entre sofocar un incendio en su inicio o lamentar otra catástrofe.
Una decisión incomprensible
Resulta difícil comprender por qué un ayuntamiento mantiene guardados bajo llave equipos que fueron entregados para salvar vidas, proteger viviendas y preservar el patrimonio natural de la comarca. Mientras tanto, los pueblos siguen expuestos al riesgo con las manos vacías. La falta de transparencia y de comunicación por parte del alcalde de Ayoo de Vidriales genera más incertidumbre que confianza.
La Diputación cumplió con su parte: dotar a los municipios de alto riesgo de un recurso esencial. Ahora la responsabilidad recae en los ayuntamientos, y la inacción en Ayoo es una negligencia difícil de justificar. La memoria de los incendios recientes debería haber servido como lección de urgencia y prevención. En cambio, lo que reina es la parálisis institucional.
La seguridad no admite demora
En tiempos en los que el fuego se ha convertido en una de las mayores amenazas para el mundo rural, la ciudadanía no entiende de excusas burocráticas ni de armarios cerrados. Reclama eficacia, prevención y compromiso. Cada día que pasa sin que estos kits estén en manos de las pedanías es un día más en el que la seguridad de los vecinos queda a merced de la suerte.
Ayoo de Vidriales tiene la obligación moral y política de rectificar cuanto antes. Porque los incendios no esperan a que un alcalde decida mover ficha.