Recuerda cada día lo que ocurrió aquel 9 de enero de 1959. Una herida sin cerrar de una de las supervivientes, María Jesús Otero Puente. Solamente tenía diez años y lo sigue llevando en la mente “siempre” y es por lo que ahora trabaja, “para tratar de sacudir el trauma y que los jóvenes cojan la antorcha de la memoria”.
Era una noche fría y con niebla en un 9 de enero, una década que terminaba y en la que Franco había ido inaugurando pantanos y construcciones megalómanas que muchas veces no cumplían con los requisitos mínimos de seguridad como ocurrió con la Presa de Vega de Tera. De madrugada se dio la desdicha cuando “algunos vecinos volvían a casa y escucharon un fuerte estruendo. Algunos salieron para averiguar qué había sido aquello, pero no les dio tiempo. Comenzaron a caer las primeras casas y eran arrancadas sin una fuerza insolente”.
Una tragedia que destruye el alma. A las doce de la noche, la presa de Vega de Tera se rompía y se resquebrajó a 140 metros en el lado superior, un poco menos en el inferior y de 33,5 metros. El agua salió a 13.000 metros cúbicos por segundo, descendió por su cauce natural rompiendo cuanto encontró en su camino y arrastró literalmente el pueblo de Ribadelago. En unos minutos el agua arrasó el pueblo dejando un rastro de muerte y desolación.
Como consecuencia, 144 personas morían bajo las aguas. Solo se encontraron 27 cuerpos, los demás se los llevó el agua y yacen en el lago que todos los 9 de enero se tiñe de luto.
Una presa que se rompió y resquebrajó la vida de la comarca sanabresa y que aún hoy se recuerda. 95.000 pesetas fueron las pagadas en la indemnización por hombre fallecido, 80.000 pesetas por mujer y 25.000 por niño, un juicio largo en el que no hubo mandatarios que fueran a la cárcel.
“Aquello fue horrible”, aún se le quiebra la voz y se le escapan las lágrimas. Una vida que cambió de golpe aquella madrugada. La Hidroeléctrica de Moncabril fue una empresa española dedicada a la producción de energía eléctrica y la encargada de esta presa zamorana. Fue fundada en 1946 con el objetivo de explotar los recursos hídricos en las provincias de Zamora y Orense para la producción de energía hidroeléctrica. Fue absorbida por Unión Eléctrica Madrileña (después Unión Fenosa) en 1969.