Estos días el terror ya no reside en los escenarios de grabación de películas estrella, sino que se vive de carne y hueso en el país ucraniano desde que llegó la invasión rusa hace casi quince días.
Refugios en búnkeres, abandonos masivos, bombardeos, asesinatos, violaciones y propaganda soviética. Un film que creíamos que no volvería en Europa desde Hitler, sin embargo, Putin también ha querido poner su nombre en la historia.
Y es que en Kherson, ciudad controlada ya por los rusos, la propaganda soviética aparece en las televisiones. Imágenes de ucranianos matando a rusos en la guerra del Donbás, una manera de querer generar odio en un país en el que millones de personas se han quedado sin hogar, sin familia y sin raíces.
Nuevamente mientras los hombres combaten para defender a su país, las mujeres son violadas por los militares. Un arma de guerra repulsiva que se sigue utilizando como “botín” o “limpieza étnica”.
Durante la guerra y los conflictos armados, la violación se utiliza como medio de una guerra psicológica con el fin de humillar al enemigo y minar su moral. La violencia sexual en tiempos de guerra, lamentablemente, se practica con frecuencia.
En el municipio de Kherson ya han denunciado que diferentes militares han violado a mujeres ucranianas. Una pesadilla que se suma a la barbarie que está viviendo el país, a la situación económica que está dejando, a la muerte de familiares y amigos y al desasosiego de tener que huir para seguir con vida.
