Tarde de escapismo tras casi un mes de letargo, mal tiempo, toques de queda y desgracias que continúan pero que parece ser que el sol mitiga en parte. Mientras el Duero crece y se traga hasta los azudes, los zamoranos agradecen como los lagartos el sol de este enero loco que volverá a maltratarnos este fin de semana con la nueva borrasca llamada Justine y no es el cantante no.
Cientos de zamoranos, y también toresanos han aprovechado los 18ºC de máxima de esta tarde de jueves para trazar el plan perfecto de la jornada, el paseo hasta el Duero para ver su crecida merecida tras días de deshielo y el empuje de afluentes a rebosar de agua.
La Confederación Hidrográfica del Duero advertía del incremento de caudal del Duero que paulatinamente repite crecida eso si con menos virulencia que el pasado año cuando se anegaron campos y la zona de Pelambres quedó a pocos metros de tocar las escaleras del conocido establecimiento de restauración.
Como si se tratara de un domingo de pascua, las márgenes del Duero se llenaban y los saludos intentando conocer al saludante entre las mascarillas o bozales que a todos molestan, se repartían por doquier. Una tarde de asueto entre tanta pandemia, entre tanto desastre y tanto dolor, entre nieves que dejaron a todos en casa, y que ahora llegan en su deshielo para poner cara de nuevo a una zona de paseo que ha sido en el día de hoy un acicate para sobrellevar ese toque de queda que entendemos y compartimos pero que como siga mucho tiempo nos va a trastornar más de lo que estamos.
Hoy al menos el paseo y las vistas con el agua que da vida ha dado rienda suelta a la ropa de deporte y paseo y zapatillas de nuevo, hoy sobraba el abrigo y se volvieron a ver piernas y hombros al descubierto, hoy el sol ha sido mágico y la vitamina que aporta a los muchos enfermos que hoy han visto de nuevo el sol, ha puesto la esperanza y da alas a una recuperación que queremos sea rápida, aunque sabemos que aún queda mucho por recorrer, en un camino complicado como es el de esta maldita pandemia.
