Hace ya algunos años, cuando la mayoría ni siquiera estábamos al tanto de las monedas digitales, tan habituales hoy en día, la Stellar development foundation o SFD, lanzó lo que podríamos considerar la primera criptodivisa descentralizada y de código abierto.
Estos conceptos, por aquel entonces absolutamente innovadores pero que poco a poco han ido ganando terreno, permitían a los usuarios almacenar o transferir su dinero sin depender de las instituciones bancarias habituales, para poder ahorrarlo y disponer de él cuando quisieran.
En efecto, estamos ante una tecnología que ha cambiado para siempre la manera en la que interactuamos con nuestro capital, incluso con la posibilidad de enviar dinero de un sitio a otro, pasando tanto de los bancos como de los gobiernos, obteniendo así un punto de seguridad adicional.
Descrita por algunos expertos como “el Napster de la banca”, la organización aprovechó al máximo el potencial de la tecnología blockchain, la misma que conecta a las instituciones financieras como ésta con los sistemas de pago, brindando transferencias de bajo coste, que todos podemos asumir.
De hecho, no se quedaron en ello sino que lanzaron su propia divisa virtual, los Lumens o XLM, pensando en que los clientes puedan utilizarlo como una opción de reserva, sin tener que mantenerlos necesariamente y apostando, por qué no, a una revalorización.
Dicho todo esto, lo cierto es que Stellar ha vuelto a ocupar las primeras planas de los periódicos internacionales frente a la perspectiva, fundamentada por los especialistas, de que podría transformarse en el nuevo boom de las criptomonedas, tras Bitcoin o Ethereum.
Y mientras se multiplican las consultas del precio stellar, y son numerosos los usuarios que quieren conocer su pasado, presente y futuro, lo cierto es que la estrategia de comercialización de la firma tiene éxito porque, por sobre las demás, cosas, ponen un método de bajas comisiones.
Por tanto, podríamos señalar que XLM promueve las transferencias rápidas y económicas de dinero alrededor del mundo, protegiendo los fondos de los clientes hasta que llegan a destino, y sin importar las restricciones que puedan tener los países involucrados en la operación.
Si a eso le sumamos la disponibilidad de un servicio de remesas interno, que justamente intenta terminar con las limitaciones con las que se encuentran algunas personas en sus territorios, entonces queda claro el por qué del éxito de Stellar y sus criptomonedas.
Mediante un protocolo basado en la cadena de bloques, abierta para que cualquiera pueda utilizarla cuando lo desee, no hacen falta tarjetas de crédito, cuentas bancarias, ni ninguno de esos molestos trámites a los que nos han sometido durante décadas las entidades financieras tradicionales.
Y aunque evidentemente las criptomonedas mantienen esa característica de volatilidad que las ha distinguido desde hace años, ya nadie duda de que se trata de una inversión segura a largo plazo, una que se vuelve más y más interesante conforme la mayoría del público y los consumidores intentan abandonar los entornos bancarios de siempre, priorizando las opciones blockchain.
En resumen, el futuro de Stellar parece ser tan interesante como su propuesta.
