La Casita en Carrascal, o el Feeling, lugar de culto, en verdadero estado de ruina, ¿o de oportunidad?

"La Casita", aquel espacio que fuera un restaurante, a menos de cuatro kilómetros de Zamora, un lugar de encuentro, un after en los 90 y después un lugar de esparcimiento y recreo, además de un gran establecimiento donde celebrar sobre todo en verano, bodas bautizos y comuniones, sigue en la curva poco antes de llegar al barrio de Carrascal, y sigue siendo desde hace años un edificio destrozado por el paso del tiempo y por los vándalos que nunca respetaron sus entrañas y espacios exteriores.

Fue un lugar de culto de la buena comida y de las reuniones de amigos y familiares, también uno de los pub´s de moda en su momento que hacían peregrinar a decenas de jóvenes hasta su alejada fiesta que no molestaba a nadie y que hacía del lugar un verdadero y maravilloso oasis de aquellos estupendos años, los 90, donde trasnochar era costumbre los fines de semana y donde la diversión era sana y sin prejuicios. Después volvió a la hostelería pura al restaurante en el que muchos buscaban esa excelencia culinaria del buen sitio, alejado no apartado donde disfrutar de una buena comida o una buena cena era un placer y un verdadero lujo.la_casita_zamora_2.jpg

Lleva años así, pero nadie hace nada para remediar un estado ya de ruina y que refleja en parte lo que pasa en la sociedad zamorana y con las instituciones que olvidan lo bueno de los años en los que Zamora aún era y tenía esplendor en algo.

Mantener un establecimiento como "La Casita o el Feeling" tenía su costa claro está y cuando las cosas se pusieron duras con el alcohol y el 0,0 al volante muchos de estos pub´s y lugares de culto perdieron su aliciente y las visitas fueron escasas hasta llegar al cierre. 

Tras años de olvido se retomó por parte de la AAVV de Carrascal la posibilidad de montar un centro cívico en el edificio, pero quedó allí en la posibilidad de la que nunca más se supo. El local y los terrenos pertenecen a una entidad financiera que tampoco ha acometido ninguna acción que se sepa de venta ni promoción para su venta y aprovechamiento, y viendo la decrepitud de una preciosa finca que nadie se aventura a emprender en ella, quizá sea el momento de mostrarla hacer recordar y buscar un nuevo cometido ahora que se podrá acercar uno a Carrascal paseando a orillas del Duero. Posibilidades tenemos, ideas seguro que también, y es momento de abrir la puerta a la imaginación y al emprendimiento. 

Tras años en decadencia el lugar no ha de tener muchas novias, pero cierto es que podría ser muchas, pero que muchas cosas.

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