Si ayer nos acordábamos de los equipos de emergencias y de los Técnicos en Emergencias Sanitarias, tras una semana ya de mucho estrés en los supermercados zamoranos, hoy toca reconocer el esfuerzo del colectivo de cajeros y cajeras, de reponedores, de empleados de secciones y de los cientos de personas que están manejando las mercancías con las que se alimenta la población de Zamora y de toda España durante esta endiablada crisis del coronavirus.
Colas interminables, estanterías vacías que tienen reposición casi inmediata y muchos esfuerzos para controlar las existencias por parte de los responsables de logística. Esta es la situación en estos días de mucha angustia, inseguridad y miedo que llevan a la compra compulsiva, aunque todas las autoridades y administraciones nos cuenten veinte veces que no habrá problemas de suministro ni de abastecimiento.
A las 4 de la mañana muchos entran a trabajar en turnos largos que se estiran como gomas para poder dar servicio a todos los clientes que, entre amigos, familias y conocidos, hacen que la responsabilidad sea aún mayor para todos ellos. Otros héroes en silencio de un contexto nunca antes vivido en el que como define, una cajera de Mercadona, "todo esto es superior a todos, nos está sobrepasando y no encontramos solución, y no por nosotros ni por nuestro esfuerzo diario, sino por la gente se muestra en muchos casos con lo peor de cada uno y se vuelven egoístas a más no poder, todo ello está claro que es por culpa de la inseguridad que todos tenemos y lo entendemos, lo sufrimos en nuestros puestos pero nos hace llorar al llegar a casa". "Cada día mucha gente nos muestra su apoyo nos dan ánimos en muchos casos y eso nos hace irnos a casa rotos, pero satisfechos", sentencia amablemente esta heroína en la sombra.
Trabajan ahora con guantes, pero sin mascarillas de protección porque, aunque se tengan que establecer protocolos para los enfermos y sanitarios, ellos y ellas también asumen un riesgo de contagio importante y quizá deberían de poder portarlas como prevención, por su propia seguridad y miedo que también confiesan tener.
Ellos y ellas están de cara a todos exponiéndose, por un sueldo que para nada lo compensa, a ese coronavirus que nos trae de cabeza a todos. Los cajeros y cajeras están expuestos al riesgo de contagio de ese virus, pero con mucho más porcentaje de contagio, puesto que cada jornada desde que comenzó la crisis de deben enfrentar las colas interminables de personas que hacen compras compulsivas. Es entendible la preocupación de la población, que hace acopio de los bienes y alimentos que considera indispensables si las cosas se ponen feas: papel higiénicos, productos no perecederos, carne, pescado, fruta... Sin embargo, no se nos debe olvidar que para que todos nosotros podamos tener la despensa bien llena, decenas de trabajadores de supermercados en nuestra ciudad deben de dar la cara y cumplir con jornadas leoninas día tras día.
El respeto al trabajo, sí, al trabajo y a esa distancia de seguridad ha de ser premisa indiscutible ante los que hoy trabajan para hacernos la vida más fácil. Ellos tienen hijos, padres, hermanos, familia aquí y fuera, y están en su misma situación y trabajando a la vez; reconozcamos su esfuerzo y seamos amables, pongamos al menos buena cara aunque estemos preocupados porque ellos y ellas también lo están, este colectivo, nos está ayudando a pasar este trago que no es capricho de nadie, reconozcamos su esfuerzo.