El Cristo de la Buena Muerte y el Jerusalem de Miguel Manzano hicieron enmudecer a la Bien Cercada

La Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte ha cerrado con sus paso por las calles la noche de lunes santo en Zamora.

Puntuales, como de costumbre a las 12 de la noche se abrían las puertas de la iglesia de San Vicente para dar inicio a la procesión, un desfile en silencio solo interrumpido por el cántico de los hermanos del coro y por el sonido seco del tambor velado que acompaña el paso de los hermanos cargadores del Cristo de la Buena Muerte que ha descendido la cuesta de Balborraz para dirigirse hacia la plaza de Santa Lucía.

Las llamas de las teas y los hábitos blancos de los penitentes formaban un cortejo de luz que precedía al Cristo de la Buena Muerte, uno de los mejores crucificados de Zamora, salido de la gubia de Juan Ruiz de Zumeta en el siglo XVII.

Abría la procesión la cruz de difuntos sobre la que un día se asentó el Cristo, imponiendo silencio y respeto. Un silencio que en la noche de Lunes Santo se hace sólido en Zamora, solo roto por los tambores destemplados del Cristo, el roce de las sandalias sobre los empedrados y las voces exquisitas del Coro de la Hermandad, que hacen de la oración cántico y del cántico belleza. Tan simple, tan desde dentro.

Este es nuestro resumen en vídeo realizado por nuestro compañero Pablo Clemente

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