Si duro fue el primer día el segundo mucho más, esa es la curva, todo se complica y los dolores corporales, los tenía todos, la fiebre no bajaba y empezaba el suplicio de pastillas y pinchazos, colador por todas partes mientras la lucha interior era dura, dura, como nunca.
No me dejaron ni a sol ni asombra, mis hijas me tenían el wassap frito pero algo lógico y normal, su preocupación era la mía, y o no hacía más que preguntar por mi padre que sabía que no iba bien porque el ingresó unos días antes ya muy débil y con fiebre que no le bajaba ni a tiros. Mis fuerzas pocas, pocas, para ir al baño verdaderos esfuerzos y mareos miles, había perdido 14 kilos en cosa de una semana y poco, las sales minerales las debí perder todas, las tiritonas eran mundiales y no me sabia nada, oler si, olía pero que seguía oliendo a desinfectante y lejía, eso si ni los zumos ni el agua tenían sentido en la boca. La comunicación con todos los amigos y familiares, canalizada por las peques, pero a mis 2 teléfonos...no paraban de llegar mensajes de ánimo y de preocupación.
Aparecíó Yolanda otro de mis ángeles de la guarda en el HVC, una compañera de clase que trabaja en el Hospital y que contactó con Sara mi hija mayor,que me acercó el cargador del móvil, y ropa de cambio, mi colonia y mis enseres de aseo a parte de un par de camisetas de star wars que me ayudaron mucho y bien, porque necesitaba la fuerza, el despertar de la misma y a todos los Jedi de la galaxia juntos más a todos los dioses del olimpo. Todo el pack me vino genial porque Yoli también aportó unas chuches que me hicieron mucho bien, a parte de poder ver a alguien conocido en aquel adivina quien fue a verte, ya que tela poder conocer a nadie entre aquellos trajes del espacio y de aquella peli de suspense y miedo, "Estallido" creo que se titulaba.
Empezaba el tratamiento que vino a explicarme una de las doctoras que me trató en aquella semana "inolvidable". Pastillas "pa una boda" y pinchazos, además de una soledad y un frío que ni en el polo norte. Dos mantas y el plumas a los pies y aquello no mejoraba. Comer, era todo un suplicio puesto que había que salir a coger la bandeja del desayuno, la comida, la merienda, la cena y el zumo..."cuatro olimpiadas diarias" y no te quedes sin agua que era algo repetido bebe mucha agua. Electro cardiograma y placa, pinchazo de nuevo, PCR falso negativo estaba claro el bicho estaba en "casa Paco", juro que luchaba y no pensando en mí sino en mi padre y en mis hijas, y eso era lo que me mantenía despierto, las ojeras me las veía cada vez que iba al baño que también era otro suplicio como conté antes llegar a una habitación doble que parecía el Maracaná. Diarreas, cefaleas, agotamiento como nunca y la saturación de oxigeno que no subía ni de coña. Por cierto lo del electro era a cuenta de uno de los medicamentos que aún con una tensión de 10/5 aceleraba mi corazón y parecía se me iba a salir del pecho.
Más llamadas, más familia preocupada, los chicos, el periódico, que pasa, no puedo con la VIDA, pero hay que seguir, hay que luchar, que soledad, ni pájaros por la ventana en aquel frío marzo..." que jodido estoy, ánimo por ellas, por los que ya no están y me empujan desde el cielo", los yayos desde el cielo me decían: "vamos hijo que te queda mucho que empujar aún"...y bueno, entre ellos y Alba una enfermera recién llegada a la PLANTA 3 COVID y el enorme David el tio que más gente instruyó en medidas y protocolos COVID en toda la pandemia en el HVC fui tirando pero como un cacharro de 50 mayos que no podía ni con el alma, el agotamiento y el dolor de los tendones de aquiles era algo insoportable.
Las mañanas largas pero las tardes interminables deseando que llegara el alba siguiente, sin pegar ojo, solo a ratos entre calmante y calmante, entre pastillazo va y viene, pinchazos, sueros...y la soledad más absoluta solo interrumpida por David, o la dulce voz de Alba o la de la chica de la limpieza que era un verdadero alivio y encanto escuchar sus ánimos, mil veces benditos todos ellos. Una jornada de transición con todos los dolores de España nuevamente, y un agotamiento que hasta la voz me hundía en un hilito que parecía que se iba a parar.
Se acercaba la noche pero volvían los mareos, la merienda que no sabía a nada y eso si las interminables sensaciones de que aunque nadie estaba todos querían que me recuperara, te sientes solo, pero muy querido, muy querido, eso anima a cualquiera. Por la tarde vídeo llamada con las peques y con Cris que nunca, ni un solo día dejó de preocuparse, también Jero, Mari, Elena, Miguel, mis Cármenes, y los cientos de amigos a los que muchas veces no tenía de verdad ni fuerzas para teclear un "gracias estoy mejor" ...que era mentira claro está, porque si me costaba respirar lo demás ...ni lo cuento. Una noche más se acercaba, otra.
El tercer día el de hasta aquí hemos llegado ...a punto de caramelo, mañana un día crucial en la recuperación o el agotamiento, el día "D" en la noche más dura de mi vida.