
Éramos muchos los que hace años nos sentábamos delante del televisor para ver las carreras de Fórmula 1 con la esperanza de que la lluvia hiciese acto de presencia. Sin embargo, con la F1 actual, disputar una carrera en condiciones de lluvia extrema se hace prácticamente imposible.
Y así se ha visto reflejado nuevamente este domingo en el circuito de Suzuka, donde Max Verstappen tenía otro match ball para alzarse con el campeonato.
Todo parecía ir bien, con salida normal desde parrilla y todos los pilotos montando el neumático intermedio. Leclerc le discutía la primera plaza a Verstappen, pero el de Red Bull se defendía en la primera curva por la zona exterior para mantener la posición. Pérez adelantaba a Carlos Sainz, quien sufría aquaplaning, acabando la carrera contra el muro y con mucha suerte de no ser embestido por ningún piloto que luchaba en las primeras curvas.
Tras el accidente, dirección de carrera decidió sacar la bandera roja, algo habitual al haber varios coches en pista. La nota más vergonzosa fue cuando una grúa hizo su aparición en pista para retirar el Ferrari del piloto madrileño, en unas condiciones de visibilidad nulas y con los pilotos circulando bajo el coche de seguridad previo a la bandera roja.
La carrera quedaba parada durante un largo periodo de tiempo, tan solo un conato de resalida alertó a los pilotos y equipos, aunque la decisión se abortó inmediatamente.
De nuevo dirección de carrera arruinaba una carrera que se presumía muy bonita ya que los coches pudieron rodar en las mismas condiciones durante los entrenamientos libres del viernes.
Tras dos horas de espera, se comunicó que los coches volverían a la pista detrás del coche de seguridad, con el objetivo de relanzar la carrera ya con el crono en la cuenta atrás y todos con neumáticos de lluvia extrema.
Restaban 40 minutos y Verstappen ponía la directa dejando atrás a Leclerc. Vettel y Latifi se arriesgaban a parar en boxes y cambiar a intermedios, decisión acertada que no dudaron en copiar la mayoría de los pilotos, a excepción de Alonso, quien lo haría en la siguiente vuelta, Mick Schumacher y Zhou.
La degradación comenzaba a aparecer, especialmente en Charles Leclerc y Alonso. El monegasco decidió mantenerse en pista, mientras que el de Alpine, quien rodaba séptimo, entró a hacer su segunda parada cuando restaban ocho minutos para el final.
El tiempo seguía bajando y Verstappen ya aventajaba en veinte segundos a su perseguidor, Leclerc, que tenía en su estela con mejores gomas a Checo Pérez.
Y aquí comienza el lío: el crono llega a cero por lo que al cruzar la línea de meta, todos los pilotos tienen que dar una última vuelta, sin embargo, cuando llega Verstappen ya ondea la bandera de cuadros. Leclerc y Pérez llegan a la última chicane casi en paralelo, el de Ferrari se la salta sin ganar aparentemente ventaja y se empareja con el mejicano quien acaba finalmente por detrás.
Un final con Fernando Alonso remontando posiciones y quedándose a once milésimas de la sexta posición tras salir noveno de su última parada.
La carrera, en principio, ha finalizado y, con los tres primeros en la zona de entrevistas, se anuncia una penalización de cinco segundos a Leclerc tras el incidente con Sergio Pérez, lo que le hace bajar a la tercera posición.
Llega el turno de Verstappen y es cuando le anuncian que es campeón del mundo, pero nadie sabe nada. Normalmente, cuando una carrera no se completa entera se debe a una suspensión, por lo que la puntuación varía en función de si se ha completado el 25, 50 o 75% de la distancia. Todos los pilotos, equipos y aficionados creían que no se asignaría la puntuación común.
Sin embargo y ante la sorpresa de todos, Verstappen era campeón. El motivo es que la carrera no se suspendió, sino que llegó a su fin a pesar de haberse completado 28 vueltas. Por tanto, el holandés obtenía los 25 puntos a lo que había que sumar que Leclerc había bajado a la tercera posición y así las matemáticas eran las correctas para que el título se decidiera.
La siguiente cuestión es si el procedimiento con el crono en el final de carrera es el acertado, ya que todos los pilotos tenían que haber rodado una vuelta más.
Un título que se decide de la forma más dantesca posible, con una dirección de carrera que sigue decepcionado y una FIA que no tiene claro ni su propio reglamento.
Aun así, Verstappen consigue su segundo título mundial a falta de cuatro carreras e iguala en palmarés a Fernando Alonso, tanto en número de victorias (32) como de mundiales.