Una plazuela con nombre de poeta

photo_camera Jesús Hilario Tundidor agradece a la ciudad la dedicación de la plazuela que desde hoy lleva su nombre

Jesús Hilario Tundidor recibe el homenaje de la ciudad en reconocimiento a su brillante trayectoria.

La ciudad cuenta desde esta mañana con una plaza con nombre de poeta. La plazuela el poeta Jesús Hilario Tundidor recuerda desde hoy a los zamoranos que en esta ciudad ha visto la luz uno de los más importantes autores del siglo XX, quien este año fue reconocido con el Premio Castilla y León de las Letras y que es una de las voces más prestigiosas de la poesía en España.

Caía una fina lluvia junto a la calle de Las Damas, en la parte posterior de la Diputación, donde el poeta ha escrito parte de su vida y obra. La alcaldesa de la ciudad, Rosa Valdeón, señalaba antes de descubrir la placa que da nombre a la plaza, realizada por el escultor Ricardo Flecha, que de esta forma Zamora salda una deuda con uno de sus autores más prestigiosos "que siempre ha querido a su tierra".

Para la alcaldesa este homenaje reconoce no sólo la belleza literaria de la obra de Tundidor, sino también sus valores humanos y su vincuación con su Zamora natal.

Con su inseparable Chari al lado, compañera de tanta vida, el poeta ha recibido el homenaje arropado por su familia y amigos de toda la vida y gentes del mundo de la cultura como Antonio Pedrero, Tomás Crespo, Félix Marbán, Daniel Pérez, Ángel Fernández Benéitez, Fernando Primo, Luis González, Antonio Martín Alén, Alfonso Bartolomé, Luis Felipe Delgado de Castro o Alejandro Lobo, entre otros.

Al acto, organizado por el Ayuntamiento, se han sumado asimismo la Diputación y la Junta de Castilla y León en reconocimiento al poeta, quien se mostraba agradecido con la ciudad y emocionado ante el reconocimiento a su obra.

Aunque al poeta le hubiera gustado un acto "con la charambita de Valorio para bailar el Bolero de Algodre, que es como se hacen estas cosas", dijo con su habitual sentido del humor, echó mano de memoria y corazón para recordar los escenarios y a los vecinos de la plaza donde nació y pasó su infancia y vida: Pedro el ciclista, Pepita, Carmen y Maruja, la bodega donde iban a por vino para su padre, José María, la peluquera o Isabel Ferrero, "una excepcional maestra".

Para Tundidor, que finalizò declamando tres poemas bajo la lluvia, el homenaje tiene el valor de reconocer "toda una vida trabajando profundamente". Pero la lluvia no borra la obra ni su presencia entre las calles de la ciudad que siempre tanto ha querido. Aquí, en bronce, ya queda escrito para siempre uno de los versos de su libro Pasiono: "Justo ha sido vivir, establecerse dentro/ de una edad, y ser digno e indigno/ y conocer que pronto/ si todo pasa deja/ una sola verdad: la sola vida".

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