Flamenco junto a las piedras doradas de la Catedral

photo_camera Un momento del fin de fiesta de la XLV edición del Festival Flamenco (Fotos: Rafa Lorenzo)

El público abarrotó la Plaza de la Catedral para escuchar a José Mercé, Juanito Villar, Cancanilla de Málaga y Pedro Cintas en la XLV edición del Festival Flamenco.

El público abarrotaba anoche la Plaza de la Catedral en la XLV edición del festival flamenco que organiza la Peña Amigos del Cante y que contó con un cartel de auténtico lujo con la presencia de José Mercé junto a Juanito Villar, Cancanilla de Málaga y el extremeño Pedro Cintas, acompañados al toque por Niño Jero, El Mami, Antonio Higuero y Antonio García. 

Completaba el festival al baile la compañía Duende y Tronío, con palmas y jaleos de Chicharito de Jerez, Mercedes "Merce", Abel Arana y Roberto Jaén.

Era el principal reclamo del cartel; el público lo esperaba como a agua de mayo y no defraudó, aunque su presencia se antojó corta. Aún cuesta verlo sin el recordado Moraíto Chico tocando a su lado, genio contra genio, guitarra y voz, sonido y lamento. José Mercé, nacido en el barrio de Santiago y cantaor de dinastía, es una de las figuras más reconocidas internacionalmente en el mundo del flamenco. Conocido por el gran público por su versatilidad y su mestizaje de género, el aficionado de verdad lo reconoce como un gran intérprete de los cantes más puros

También arribaron a Zamora los cantes de Cádiz y Los Puertos por la voz de Juanito Villar, hijo del gran Juan Villar y de Pilar Jiménez, intérpretes por excelencia de los cantes gaditanos, que Villar aprendió con la leche materna, por los poros, por la sangre, desde la cuna.

Y apareció el Cancanilla de Málaga, Sebastián Heredia Santiago, haciendo gala de la variedad de su repertorio tocando distintos palos, para completar la noche con el extremeño Pedro Cintas (La Albuera, Badajoz, 1976), que el viernes interpretaba la Misa Flamenca en una abarrotada iglesia de San Juan.

Hubo flamenco y hubo magia y misterio; bulería y soleá, quejío y alegría; palmas y jolgorio, siguiriya y sentimiento; los ecos de las voces antiguas en las voces de cantaores del siglo XXI fieles a un arte y unas leyes no escritas que se perpetúan de generación en generación. Los aficionados disfrutaron y la bondad de la noche hizo el resto, hasta desembocar en un fin de fiesta por bulería con la presencia de todos los integrantes del cartel a excepción de José Mercé, que abandonó el recinto una vez concluida su actuación.

Zamora vivió con todo su esplendor su XLV Festival Flamenco. Sus ecos resuenan hoy contra las viejas piedras, las piedras doradas de la Catedral.

Galería de fotos (Rafa Lorenzo)

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