Las fiestas de Pinilla, en la tarde de ayer, trajeron consigo una tarde de cucaña, una actividad tradicional que, aunque desconocida para algunos, es ya un evento esperado y querido en el barrio. Desde la mañana, varios vecinos de la comisión de fiestas se encargaron de preparar la cucaña, que tuvo lugar a partir de las 20:30 horas en una de las explanadas de la calle Cañizal.
La cucaña, una prueba de habilidad y fuerza, no dejó indiferente a nadie. No fue fácil llegar hasta el final y recoger el ansiado banderín verde que otorgaba el premio del jamón virtual. La cucaña no quedó virgen, es decir, nadie logró subir y mantenerse al primer intento, lo que añadió un toque de desafío y emoción a la tarde.
Los mozos del barrio participaron siguiendo las reglas tradicionales, rotando en grupos de cinco. Sin embargo, ante la dificultad de alcanzar el banderín del premio, se decidió que todos los mozos formaran una piña para lograrlo juntos. Esta muestra de trabajo en equipo y camaradería fue recibida con aplausos y vítores por parte de los asistentes, que disfrutaron de una tarde llena de diversión y tradición.
La cucaña de Pinilla es un ejemplo de cómo las tradiciones locales se mantienen vivas gracias al esfuerzo y la dedicación de los vecinos. Estos eventos no solo fortalecen el sentido de comunidad, sino que también ofrecen una oportunidad para que los más jóvenes se conecten con las costumbres de sus mayores. Pero se pierden tradiciones y vecinos, así lucía la cucaña en 2015