La batalla en el Ángel Nieto fue todo lo que se esperaba: intensidad, lucha y un BM Zamora que supo sufrir para después imponerse con autoridad. Los Guerreros de Viriato no solo ganaron el partido, sino que conquistaron a su afición con una victoria por 27-19 frente a un Arroyo Cabero que vendió cara su derrota, especialmente en una primera parte donde su portero fue el auténtico salvavidas de los visitantes.
El arranque del partido dejó claras las intenciones del BM Zamora: dominar. En apenas minutos, el marcador reflejaba un rápido 3-1, con los locales presionando y buscando el gol a cada jugada. Sin embargo, la figura del encuentro comenzó a emerger desde el otro lado de la pista. El portero del Arroyo Cabero se convirtió en una muralla difícil de superar. Mientras los de Zamora acumulaban ocasiones sin éxito, el guardameta visitante mantenía vivo a su equipo. Tras 15 minutos de constantes intentos, el marcador mostraba un sorprendente empate a 5. El Arroyo, lejos de amilanarse, resistía.
Fue entonces cuando Pipe, el portero del BM Zamora, decidió que también tenía algo que decir en el partido. Varias paradas cruciales, incluyendo varios penaltis, le permitieron a su equipo mantener la calma y preparar el asalto final. En el minuto 17, un contragolpe de manual del BM Zamora culminaba en el 8-5, un golpe anímico que obligaba al Arroyo Cabero a solicitar un tiempo muerto. Poco después, un esguince dejaba fuera de combate a Miguel, uno de los jugadores clave del Arroyo, aumentando la tensión en el banquillo visitante.
El descanso llegó con un 14-11 favorable al BM Zamora, pero con la sensación de que el marcador no reflejaba la verdadera diferencia entre ambos conjuntos. La solidez zamorana se veía frenada una y otra vez por las intervenciones del portero rival, que mantenía a los suyos en el partido contra viento y marea.
Sin embargo, el desgaste físico y mental comenzó a pasar factura en la segunda parte. Mientras el BM Zamora afinaba su puntería y convertía las ocasiones que en el primer tiempo habían frustrado, el Arroyo Cabero empezó a bajar los brazos. Los pistachos, conscientes de que era el momento de dar el golpe definitivo, aceleraron su ritmo. Poco a poco, el marcador se fue ensanchando hasta llegar al 27-19 final. El Ángel Nieto estallaba en júbilo, sabiendo que habían presenciado una victoria labrada a base de esfuerzo, intensidad y fe en el propio juego.
