El Zamarat supo sobreponerse a las adversidades para arrancar una trabajada victoria en la cancha del Unicaja Mijas (72-73). Fue un duelo de resistencia y carácter, donde las zamoranas demostraron que, aunque las circunstancias sean adversas, saben competir hasta el último aliento.
El partido arrancó con un intercambio constante de golpes. El Unicaja, empujado por el calor de su afición, aprovechó un inicio eléctrico para imponer su ritmo, liderado por su jugadora más decisiva, Herlihy, que desde el primer minuto dejó claro que sería un quebradero de cabeza para la defensa zamorana. Pero el Zamarat, lejos de amedrentarse, respondió con un ataque fluido y la contundencia de Bratka, quien asumió la responsabilidad ofensiva desde el inicio. Al final del primer cuarto, el marcador reflejaba la igualdad y la intensidad del choque: 21-18 para las malagueñas.

En el segundo tramo, el Zamarat apretó los dientes. Con una defensa que comenzó a ajustarse mejor a las líneas de pase y una mayor eficacia en los lanzamientos, las visitantes tomaron las riendas. Bratka dominaba la pintura y, a pesar de la constante amenaza de Herlihy, el equipo zamorano comenzó a imponer su carácter. Sin embargo, no todo fueron buenas noticias: Aina Martín tuvo que abandonar la cancha tras una lesión, dejando al equipo sin una de sus piezas clave. A pesar de ello, el Zamarat cerró la primera mitad con una ligera ventaja que invitaba a soñar.
El tercer cuarto fue un tira y afloja constante. Herlihy seguía haciendo daño, encontrando espacios donde parecía imposible, y terminó firmando una actuación de 27 puntos, aunque su puntería no fue del todo certera. Por su parte, el Zamarat comenzó a notar el desgaste físico y, sin Aina Martín, tuvo que buscar soluciones desde el banquillo para mantener el pulso del encuentro.

El desenlace llegó con el último cuarto, que tuvo la intensidad y el dramatismo de una final. Con Bratka y Amaya Scott fuera de la cancha en los minutos decisivos, el equipo se apoyó en su fortaleza colectiva y en jugadoras menos habituales para mantener el partido vivo. El intercambio de canastas mantuvo la tensión hasta el último segundo, cuando un tiro libre a falta de tres décimas para el final inclinó definitivamente la balanza a favor del Zamarat.
El sonido de la bocina desató la euforia en el banquillo zamorano. Ganar en Málaga, con tantas dificultades en contra, tiene un valor especial. Esta victoria no solo suma en la clasificación, sino que refuerza la confianza de un equipo que está demostrando saber sufrir y competir en cualquier escenario. Una noche para recordar.