El pabellón Ángel Nieto, lleno hasta la bandera, se convirtió en un hervidero de emociones este sábado, cuando el CB Zamora y el Real Betis protagonizaron un duelo que mantuvo a los aficionados al borde de sus asientos. Desde el salto inicial, los zamoranos mostraron la esencia de un equipo que no teme a gigantes.
Saulo Hernández, fiel a su estilo combativo, llevó a los suyos a jugar con intensidad desde el primer segundo. El público, entregado como pocas veces, marcó el tono de una noche especial. A cada canasta de Hearst, las gradas respondían con una ovación atronadora, y el primer cuarto se cerró con una ajustada ventaja para el equipo zamorano (27-25).
La resistencia inicial del CB Zamora, sin embargo, fue puesta a prueba por un Real Betis que supo aprovechar su experiencia y talento. Liderados por un inspirado Alex Renfroe (29 puntos), los visitantes empezaron a encontrar grietas en la defensa zamorana. A medida que avanzaba el segundo cuarto, los sevillanos demostraron su capacidad para voltear situaciones adversas, borrando una ventaja de nueve puntos que los locales habían construido con esfuerzo.
El público, lejos de rendirse, protestó con fuerza ante decisiones arbitrales que consideraron injustas. Fue un momento tenso, donde la pasión del Ángel Nieto se enfrentó al desafío de mantener la concentración en el juego. Al descanso, el marcador reflejaba una ventaja visitante que parecía desproporcionada para lo que se había visto en la cancha.
La segunda mitad fue un carrusel de emociones. El Real Betis intentó sentenciar el partido desde el inicio del tercer cuarto, ampliando la ventaja hasta los quince puntos. Pero el CB Zamora, con jugadores como Saintel (y sus mates) y Hanzlik liderando la ofensiva, dio una lección de carácter. Un triple agónico sobre la bocina al término del tercer cuarto devolvió la esperanza a la grada, con el partido abierto y todo por decidir en los últimos diez minutos.
El último cuarto fue una batalla de voluntades. Cada acción del CB Zamora era una declaración de orgullo, mientras el Real Betis confiaba en la calma de Renfroe para sostenerse en los momentos más críticos. Un breve resurgir local, que incluyó un emocionante 82-81 a favor, hizo creer a los aficionados en la posibilidad de una gesta histórica. Pero los errores en momentos clave y la sangre fría del equipo visitante terminaron inclinando la balanza.
Con el marcador final en 95-105, el CB Zamora dejó sobre el parqué mucho más que un resultado: dejó el ejemplo de un equipo que, a pesar de las adversidades, no deja de luchar. El Ángel Nieto se despidió entre aplausos, reconociendo el esfuerzo de los suyos y dejando claro que, aunque esta vez la victoria no se quedó en casa, el espíritu del equipo sigue intacto.