Después del Tríduo al Santísimo Cristo, una comitiva portando un estandarte, dos faroles y un gran crucifijo inició esta marcha nocturna en la más completa oscuridad.
Las dos mil velas que estaban dispuestas en los laterales de las calles marcaban el camino y algunas casas también habían decorado sus fachadas. La luz de un móvil guiaba a la comitiva encabezada por el párroco de la localidad, acompañados durante los primeros tramos del recorrido por la música de la megafonía de la iglesia y más adelante por cánticos religiosos.
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