jueves. 25.04.2024

Qatar, el Mundial de la vergüenza

Para acudir a apoyar a tu país, debes cumplir una serie de normas; nada de beber en la vía pública, respetar el código de vestimenta que afecta tanto a hombres como mujeres y olvídense de las muestras de cariño y de las relaciones fuera del matrimonio -que somos malos y podríamos ir a la cárcel-
Foto archivo fútbol
Foto archivo fútbol

La polémica que acecha al Mundial de Qatar es de grandes magnitudes. Jugar al fútbol en un país en el que se vulneran los derechos humanos... pero chutar el balón, es más importante. Y eso que este deporte fue el motor para mis estudios de periodismo, pero me preocupa que el dinero y la imposición siempre esté por encima de las personas.

Cantantes como Dua Lipa, han asegurado que no acudirán al país “hasta que no se respeten los derechos humanos”. Y es que, la última medida es de traca: postrar la bandera de la comunidad LGTBI sin color, únicamente señalizada con los Pantone que forman esta emblemática que tanto costó conseguir. Nada que esperar de un Estado Absolutista como este, que se encuentra en el Golfo Pérsico, porque la homoxesual es, ante todo, “una desviación mental”, según el embajador del Mundial, Khalid Salman.

Un país, recordemos, en el que las mujeres están bajo un sistema de tutela masculina que les obliga a que tener el permiso de su tutor para casarse, recibir servicios de salud reproductiva o estudiar en el extranjero con becas públicas. Prisión de hasta siete años para hombres que aman a hombres. Discriminación a aquellas féminas que se divorcian. Y qué decir de la explotación laboral para adecentar el Mundial en la que han muerto más de 6.500 empleados, pero total... la vida nada importa.

Lo único que importa es el fútbol, dar pases, disfrutar de los goles. Ganar este Mundial que podría haberse celebrado en otro país. Por no hablar de los numerosos amaños para que este país del Pérsico pudiera celebrar este evento multitudinario, pero sin libertad. Para acudir a apoyar a tu país, debes cumplir una serie de normas; nada de beber en la vía pública, respetar el código de vestimenta que afecta tanto a hombres como mujeres y olvídense de las muestras de cariño y de las relaciones fuera del matrimonio -que somos malos y podríamos ir a la cárcel-.

Hay juegos que no solo se libran en el campo. Hay batallas que se luchan desde las gradas, en la calle, que incumben a mujeres, a gays... pero no importan. Lo único importante es jugar al fútbol. Hay partidos que también pueden perderse sin jugarse: España ya perdió el Mundial sin ni siquiera empezar. Por acudir, por aceptar, por no levantar la voz, por no resignarse, por no luchar por los derechos fundamentales, por acatar normas arcaicas. Un equipo de fútbol que fue campeón en Sudáfrica y ya es perdedor en Qatar.

Qatar, el Mundial de la vergüenza
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