Opinión

Son menores, son malas bestias

"Nadie le va a devolver la vida al agente zamorano ni la alegría a su familia, pero espero que caiga sobre los autores todo el peso de la Ley".

Un guardia civil zamorano moría ayer en un control de Tráfico en Barbastro al ser arrastrado por los ocupantes de un vehículo más de 400 metros por el asfalto. Cuatro, cinco niñatos que han dado positivo en drogas y alcoholemia. Cinco asesinos aunque sean menores de edad, pues la muerte del zamorano fue un acto bárbaro y premeditado de una brutalidad sin precedentes.

No me quiero imaginar el dolor, la rabia y la impotencia de la familia de José Antonio Pérez Pérez. Y me da miedo pensar en lo que viene, en las generaciones de bestias que está generando esta sociedad, este mundo que cada día está más loco, este día a día en el que la violencia llama a la violencia y la normalizamos y convivimos con ella.

Son menores, pero son malas bestias. No sé si vienen de una familia desestructurada o si son niños pijos que andaban de fiesta. Pero son malas bestias que han asesinado con mucha sangre fría a un agente de la Guardia Civil que seguía la rutina de un control de alcoholemia.

Malas bestias, porque hay que ser malas bestias para agarrar a una persona por los brazos y arrastrarlo medio kilómetro por el asfalto y segar de esa manera la vida de un marido, de un hijo, de un padre de familia, de un hombre que solo cumplía con su trabajo y su obligación para que esos menores drogados no se empotraran contra otro vehículo, para que esos niñatos no causasen víctimas en la carretera.

Son menores pero su acto no puede quedar impune. Yo no sé cómo tipificará el Código Penal su conducta, pero para mí son asesinos sin corazón y sin conciencia. Y aunque nadie le va a devolver la vida al agente zamorano ni la alegría a esa familia ahora destrozada, solo espero que caiga sobre ellos todo el peso de la ley y que la Ley, que a veces tiene la manga tan ancha, se aplique sin ningún tipo de atenuante.

No son menores; son malas bestias. Y da miedo pensar por qué educamos a los que vienen detrás así. Y da pena pensar que el don de la juventud se desperdicia en el alcohol y en las drogas, con el regalo tan inmenso, tan bonito que es la vida. Esa vida que amaba y defendía José Antonio Pérez Pérez y que perdió ayer a estas horas en un acto de servicio a los demás.

Que su muerte no sea una página en blanco en la memoria.

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