Los rayos del sol primaverales son más nocivos que los del verano y las altas temperaturas invitan al primer baño de sol.
Las altas temperaturas registradas en abril y mayo y de los primeros rayos solares fuertes invitan a tomar los primeros baños de sol del año. En cualquier supermercado, perfumería o droguería ya podemos encontrar cremas y lociones bronceadoras y con protección solar. Aunque hay quien piensa que estos primeros rayos de sol son menos nocivos para la piel que los del verano, los riesgos de la radiación solar en primavera son mayores, ya que la piel está más blanca y sensible después del invierno y no ha producido melalina al estar tapada.
La exposición solar en esta estación es frecuente, ya que salir al campo, sentarse en una terraza, practicar deportes al aire libre o dar los primeros paseos por la playa o incluso los primeros baños son las mejores opciones para disfrutar del ocio en los meses de primavera, si bien el exceso de sol puede producir numerosos efectos, desde daños crónicos como melanomas por exceso de radiaciones y envejecimiento prematuro, hasta quemaduras, insolaciones, catarros primaverales o bajadas de tensión.
Gorros -sobre todo en personas con calvicie, ya que la piel de la cabeza es sensible-, cremas protectoras adecuadas a la piel de cada uno, gafas de sol (los ojos son los grandes olvidados en las exposiciones solares) y también una botella de agua para evitar deshidrataciones son los consejos habituales que los dermatólogos y especialistas en salud repiten cada año cuando llega el verano y que también son necesarios en primavera.
Además de preparar la piel con una exfoliación y manteniéndola limpia e hidratada, lo ideal es comenzar a tomar el sol paulatinamente con exposiciones cortas entre las 12 y las 18 horas, a fin de que el cuerpo comience a producir melanina después de llevar varios meses tapado. También es importante utilizar una protección alta, con un factor de 40 en adelante.
En cuanto a los catarros primaverales, lejos de deberse a los cambios de temperaturas como prácticamente todos creemos , tienen su origen en las bacterias y virus que proliferan con el calor y cuya trasmisión es frecuente por las vías respiratorias, saliva, estornudos o por contacto con objetos contaminados previamente por una persona infectada. En estos casos lo mejor es acudir al médico y ajustar un tratamiento para la enfermedad.
Riesgo de insolaciones
Aunque las insolaciones son más frecuentes en verano y en los meses de temperaturas más altas, tanto abril como mayo están registrando ya elevadas temperaturas por encima de las medias habituales de esta época del año que pueden provocar que el organismo no sea capaz de mantener la temperatura y suba por encima de límites importantes. Así, no debemos hacer ejercicio al aire libre a las horas de más calor y debemos llevar una botella de agua o una bebida isotónica que ayude al cuerpo a recobrar el agua y las sales perdidas.
Los síntomas de una insolación pasan por náuseas, sensación febril, vómitos o dolores de cabeza y como primera medida, a ser posible, debemos refrescarnos para bajar la temperatura incluso utilizando compresas de agua fría.
Además, las personas con la tensión baja (hipotensas) pueden sufrir con el calor una "vasodilatación" que les produzca mareos, lipotimias o, incluso, desmayos. Además de salir decasa provistos de agua, si somos testigos de una bajada de tensión podemos ayudar a la persona que la sufra tumbando a la persona, levantarle las piernas y darle agua o una bebida con cafeína y azúcar.
El sentido común en todos los casos puede evitar estos riesgos y efectos del sol, que por otro lado es necesario para el organismo ya que la vitamina E aporta una energía vital y sumamente positiva.