El salvamento en estructuras colapsadas ha alcanzado otro nivel gracias al incansable trabajo de los perros de búsqueda y sus adiestradores. Estas unidades caninas, fundamentales en catástrofes como terremotos, riadas y derrumbes, han demostrado ser una herramienta insustituible para bomberos y equipos de emergencias.
Este fin de semana, en Corrales del Vino, tres grandes profesionales han llevado a cabo una de las prácticas más enriquecedoras y emocionantes en el ámbito del rescate con perros.
Son tres los protagonistas de esta historia: Miguel de Prado García con Sindi, Francisco José Caparroso Hernani con Argi y Elena Marcos Mori con Mini. Tres mosqueteros que han puesto su conocimiento, pasión y experiencia al servicio de la formación y la mejora de las técnicas de búsqueda y salvamento.
La devoción por el rescate: cuando la vocación se convierte en vida
Los tres adiestradores coinciden en una misma razón cuando se les pregunta por qué hacen esto: la ayuda a los demás. Lo que comenzó como un hobby se ha convertido en su leitmotiv, un propósito que guía sus vidas y les ha llevado a recorrer medio mundo en misiones de rescate y formación.
Miguel de Prado García y Sindi: la precisión hecha rescate
Miguel es una leyenda viva en el mundo del rescate canino. Su amor por los perros y su compromiso con el salvamento se remontan a sus años en la Legión Extranjera Francesa, donde aprendió técnicas avanzadas que hoy aplica con maestría. Fundador y juez de la ANGPS (Asociación Nacional de Grupos de Perros de Salvamento), Miguel no es solo un adiestrador, sino un estudioso del comportamiento canino y de las técnicas de intervención en emergencias.

A su lado, Sindi, una perra con la que ha desarrollado una conexión tan profunda que parece que solo les falta hablar. Su método es inconfundible: su descanso consiste en tumbarse en el suelo junto a sus perros, pidiéndoles calma y disfrutando del vínculo que ha construido con ellos.

Miguel no solo entrena perros de rescate, sino que además se dedica a la terapia con perros en niños con discapacidad y personas mayores, ayudando a mejorar la calidad de vida de muchas personas a través del contacto con estos animales excepcionales.
Francisco José Caparroso Hernani y Argi: el presidente que endulza y salva vidas
A sus 55 años, Francisco José Caparroso, conocido por todos como Capa, es el presidente de la ANGPS y una de las figuras más influyentes en el mundo del rescate canino en España. Su vida profesional, sin embargo, tiene un curioso contraste: es pastelero. Un oficio dulce que convive con su gran pasión por el salvamento.

Junto a él está Argi, su inseparable compañero de cuatro patas, con quien ha viajado por toda España y parte del mundo en misiones de rescate y formaciones.

Capa vive cada expedición con una emoción indescriptible. Su mirada brilla cuando habla de su equipo, su esposa y sus perros, elementos esenciales en su vida. Ha participado en múltiples misiones y junto a Miguel imparte cursos de búsqueda y rescate, transmitiendo su conocimiento y experiencia a nuevas generaciones de adiestradores y equipos de emergencias.
Elena Marcos Mori y Mini: la precisión en su máxima expresión
Desde Llanes, Elena ha llevado su pasión por el rescate a niveles extraordinarios. Se define a sí misma como una persona a la que el destino llevó por casualidad a este mundo, pero su talento y dedicación la han convertido en una experta en la formación de perros de búsqueda y rescate.

Junto a Mini, su inseparable compañera, ha demostrado la precisión y el control que se requiere en una emergencia. En las prácticas realizadas en Corrales del Vino, su capacidad para manejar a los perros en entornos de máximo ruido y estrés dejó a todos impresionados. Su equipo de canes solo atiende a su timbre de voz, sin distraerse por los movimientos ni ruidos ajenos, algo que es clave en operaciones reales de salvamento.

Corrales del Vino, un campo de entrenamiento único
El fin de semana en Corrales del Vino se convirtió en un auténtico laboratorio de salvamento. La antigua fábrica de tejas y ladrillos fue el escenario perfecto para poner en práctica los protocolos de rescate en estructuras colapsadas. Bajo la atenta mirada de bomberos y equipos de emergencias, los perros demostraron su capacidad para detectar víctimas bajo los escombros, un trabajo donde la precisión y rapidez pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Cada jornada arrancaba temprano, con un desayuno briefing en el restaurante Mateos de Corrales, donde se planificaban las estrategias y se ajustaban los protocolos de actuación. La práctica se extendió hasta después del ocaso, con un balance más que positivo: todos los perros lograron detectar a sus víctimas, tanto en superficies bajo tierra como en estructuras elevadas.
La importancia del trabajo en equipo
Más allá de la destreza de los perros y la pericia de sus guías, el trabajo conjunto con bomberos y cuerpos de emergencias fue clave para el éxito de estas prácticas. La colaboración entre humanos y animales es la esencia de este tipo de rescates, donde cada segundo cuenta y cada movimiento debe ser calculado con precisión.

Javier Bodego, presidente de Acción Norte en Zamora, destacó la importancia de estas formaciones: “Estamos programando la incorporación de un equipo sanitario en nuestras misiones para garantizar una respuesta más efectiva y segura”. Esto refuerza el compromiso de estas asociaciones con la profesionalización del sector y la mejora continua de sus intervenciones.
Un agradecimiento especial
Desde estas líneas, queremos agradecer a los bomberos que participaron en la práctica en Corrales del Vino, cuyo papel fue crucial en el desarrollo de los ejercicios. También al Ayuntamiento de Corrales y a la empresa Riera, que facilitaron el uso de su maquinaria en momentos clave.

Por supuesto, un reconocimiento especial a la ANGPS y sus 10 perros de salvamento, que cumplieron con creces los objetivos de la formación.
Más allá del rescate: una pasión que salva vidas
Este fin de semana ha sido una demostración de que el salvamento canino es mucho más que un trabajo: es una vocación, una forma de vida. La conexión entre estos profesionales y sus perros es única, basada en la confianza y el respeto mutuo.
Gracias, Miguel, Capa y Elena y por supuesto a vuestros perros.
Gracias por compartir vuestra pasión, por enseñarnos la importancia del trabajo en equipo y, sobre todo, por recordarnos que detrás de cada misión de rescate hay una historia de sacrificio, entrega y amor por la vida. Un perro adiestrado lo está cuando ha pasado algo más de 3 años entrenando y alcanza su madurez entre los 8 y 10 años, una vida perruna de esfuerzo y sacrificio pero también de juego para ellos, su juguete a cambio de una vida realmente es un tesoro.
