Mientras Pereruela luce neones y pantallas LED, Sobradillo de Palomares monta su disco móvil sobre un remolque y tira de linternas de móvil como efectos especiales. En La Tuda o Las Enillas, el “programa de fiestas” cabe en un post-it y se resume en misa, procesión y la esperanza de que no llueva en la merienda.
La España Vaciada versión zamorana no solo sufre de abandono institucional durante el año, sino que en fiestas se le recuerda quién manda: a más población, más presupuesto... y más Panorama. Así, los impuestos se cobran por igual, pero las oportunidades no llegan ni en fiestas. Viva la igualdad, pero en diferido.
Y no es nuevo. Panes y Aliste llevan décadas viendo cómo el centralismo se camufla en forma de altavoces y carpas. Todo muy “democrático”: Zamora capital y los pueblos grandes, fiesta nacional. Los demás, que no molesten.
El paralelismo con Valladolid y su “reino” es inevitable. Los pucelanos brillan, los zamoranos aguantan, y los leoneses siguen protestando con la paciencia de Job. La historia se repite: absolutismo ilustrado versión siglo XXI, donde la ilustración son focos LED y el absolutismo… el reparto a dedo del presupuesto festivo.
En fin, que lo disfruten en Pereruela. Los demás, que vayan sacando los altavoces Bluetooth y a darle al “Charambita Mix 2003”. La fiesta es de todos... pero no para todos.
