Un día como hoy en 1959 el pequeño pueblo de Ribadelago desapareció del mapa en minutos a la hora en que hoy Zamora News cuelga esta información como lo hacemos desde que estamos en la red en recuerdo de los 144 muertos de la tragedia de aquella noche fría de enero, aún son recordados, y así lo hacemos hoy todos los zamoranos.
Una presa que se rompió debido a una negligencia de unos pocos cuyas penas fueron mínimas y que dejó desolación y muerte en la vida de la comarca sanabresa y que aún hoy se recuerda. 95.000 pesetas fueron las pagadas en la indemnización por hombre fallecido, 80.000 pesetas por mujer y 25.000 por niño, un juicio largo en el que no hubo mandatarios que fueran a la cárcel.
Los zamoranos siguen recordando la fecha y Zamora News no puede ser menos. A todos se nos murió una parte de Zamora con la tragedia. Era la madrugada del 9 de enero de 1959 cuando la presa de Vega de Tera, que se había llenado al máximo de capacidad por primera vez, cedió y provocó que ocho millones de metros cúbicos de agua bajaran con fuerza por el desnivel de 490 metros que tienen el cañón del río Tera y arrasaran la localidad de Ribadelago antes de desembocar en el Lago de Sanabria. Irónicamente, la leyenda que atribuía el origen del lago a la inundación de un pueblo, aquella aciaga noche se hizo en parte realidad.
Entre los 144 fallecidos en la tragedia se encontraban catorce familias que perecieron al completo y que ni siquiera pudieron recibir sepultura, ya que tan sólo se recuperaron 28 cadáveres. El resto de víctimas mortales descansan en el fondo del lago de origen glaciar más grande de la Península Ibérica.
En su memoria, en su recuerdo, y para que nuca más vuelvan a suceder tragedias como la acaecida en aquel fatídico 9 de enero de 1959 rogamos una oración por las almas de aquellas 144 personas inocentes que debido a la negligencia de unos pocos perdieron la vida.
En Ribadelago Viejo, para no olvidar la tragedia, existe un monumento a las víctimas. Además, hace años, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la catástrofe, se anunció la creación de un museo para recordar a los fallecidos. El proyecto finalmente no salió adelante, lo que no impide que en la memoria colectiva de los vecinos de Ribadelago de mayor edad permanezca indeleble el recuerdo del funesto 9 de enero de 1959. Solo hubo que promesas, y el museo solo será una realidad cuando se dejen de olvidar las desgracias que en esta provincia parece ser que se olvidan y se recuerdan al antojo de unos pocos. Sanabria duele y escuece, ya no solo por su despoblación sino por su dejadez y falta de acuerdo en llevar adelante políticas que cuiden del entorno natural y por supuesto de las personas que allí siguen viviendo.
Solo en la casa del Parque del Lago de Sanabria hay un breve resumen fotográfico de lo que aconteció ese día hoy hace 59 años.
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