El Puente de Piedra de Zamora es una de las construcciones más icónicas de la ciudad, con más de ocho siglos de historia que lo convierten en un testimonio vivo del pasado medieval de la región. Este puente fue construido en el siglo XII para conectar las dos orillas del río Duero y facilitar el comercio y la movilidad de la ciudad. Originalmente contaba con 16 arcos apuntados y dos torres defensivas que lo integraban en el sistema de murallas de Zamora. Además, tenía una capilla dedicada a la Virgen de la Guía, que ofrecía protección a los caminantes, ubicada en lo que hoy es la Iglesia del Santo Sepulcro.
A lo largo de los siglos, el Puente de Piedra ha sufrido numerosos cambios debido a crecidas del río, especialmente en los siglos XVI y XVII, que dañaron gravemente su estructura. También ha pasado por varias restauraciones, algunas más afortunadas que otras. En el siglo XX, las torres y almenas defensivas fueron desmontadas, lo que alteró significativamente su apariencia original.
Una de las transformaciones más recientes y notables del puente ocurrió en 2013, cuando se decidió cerrarlo al tráfico rodado y convertirlo en peatonal. Esto no solo permitió preservar mejor la estructura, sino que también facilitó su uso como un lugar de paseo para los zamoranos y visitantes, devolviéndole su carácter monumental(
Actualmente, el Puente de Piedra está en obras para restaurar elementos perdidos y mejorar su estabilidad. Esta intervención busca devolverle parte de su aspecto original, como el pretil de piedra, y garantizar la seguridad de los peatones. Aunque las reformas han causado el cierre temporal del puente, los trabajos pretenden respetar su valor histórico y asegurar que continúe siendo un símbolo del legado de Zamora.