Una docena de jóvenes zamoranos participan en la JMJ de Lisboa como parte del grupo de 102 jóvenes de Cristianos Sin Fronteras (CSF).
Alojados en Santarem participan con el resto de jóvenes procedentes del resto del mundo en catequesis, conciertos y oraciones a la espera de que se inicien los actos centrales de esta Jornada Mundial de la Juventud.
El carisma de este grupo se encuentra en la animación misionera y musical, que nace de la alegría de seguir a Jesús, una aportación específica a este encuentro mundial.
CRISTIANOS SIN FRONTERAS
Al principio el grupo se llamó Jóvenes sin Fronteras. Fue en el año 1971 cuando salió a escena en Zamora puesto que allí dos religiosas venían siendo compañeras de camino de muchos jóvenes. Juntos vieron en el nuevo proyecto un instrumento válido. Entonces el proyecto no tenía nombre. Se lo dieron los jóvenes de Zamora desde los grupos, que ya estaban funcionando.
Las ideas fundacionales eran sencillas:
- Si soy cristiano, si entiendo a Jesús, soy para los demás. Un cristiano no puede encerrarse. Las primeras fronteras que hay que quitar no están fuera, sino en cada uno. El cristiano sale a la calle, da la cara, anuncia a Jesús.
- Si soy cristiano, vivo mi fe en comunidad. No puedo andar por libre. Tuvimos un lema, que chocó mucho. Dijimos que los Jóvenes sin fronteras eran «jóvenes para la comunidad«. Entendíamos, y seguimos entendiendo, que la comunidad la encontramos en nuestra diócesis, en nuestra parroquia. Puede resultar extraño, pero en esa definición de «ser para la comunidad» estaba la raíz de una actividad impresionante, que ha sido característica nuestra siempre, y que comenzó apenas se alzó el telón.
- Si soy cristiano, vivo bajo la acción del Espíritu, y soy creativo. La creatividad la hemos entendido como respuesta positiva a los problemas, como búsqueda de compromiso, como empeño por encontrar soluciones.
La noticia corrió como pólvora. En pocos meses a Zamora siguieron Granada, Burgos, Ávila, Segovia, Alicante, Lugo y muchas otras diócesis. En seguida aparecieron los encuentros, se intercambiaron las iniciativas.
Había una razón. En Jóvenes sin fronteras siempre hemos creído que el joven tiene un papel dinamizador dentro de la comunidad. Le definimos como eslabón entre los mayores y los niños. Su tarea en la comunidad hoy es seguir abriendo caminos. En ellos comenzó la aventura llamada Cristianos Sin Fronteras. Sin ellos nuestras comunidades no encontrarán la nueva andadura de la nueva acción misionera.
En este grupo siguen confiando y apostando por los jóvenes y rezando por abundantes frutos nacidos del encuentro con el Señor e iluminados por el Espíritu...