Veinte meses después regresó a la Plaza de Viriato el Mercado Rastro-Trueque. La pandemia obligó a suspender esta cita dominguera y hoy los zamoranos dieron la bienvenida a los puestos con una gran afluencia desde primeras horas de la mañana.
Allí estaban Pedro Monroy y su mujer Josefina Pérez, presidente y secretaria de la Asociación Rastro-Trueque, respectivamente, fieles al mercadillo desde 2014, año en el que nació la agrupación que suma hoy unos 70 socios.
La Asociación acoge a todo tipo de vendedores: desde jubilados hasta jóvenes sin empleo ni ayudas sociales que encuentran en el rastro una salida laboral con la que hacer frente a los gastos diarios.
"También hacemos una labor social", reivindica Pedro Monroy, que relata como uno de los vendedores "lloraba" montando su puesto. "Ha sido un año muy duro para todos", añade Fina Pérez, jubilada ya y que vende artículos antiguos que atesoraba en su casa del barrio de Pinilla.
Otros, como los comerciantes de nacionalidad marroquí, no esconden su alegría por el regreso de este mercado que reúne cada domingo a unos 40 "tenderetes". En estos 20 meses de suspensión cuentan que han tenido que emplearse "en varios trabajos" para poder sobrevivir.
El Mercado Rastro-Trueque es una iniciativa vecinal que se puso en marcha en 2014 en el barrio de Olivares con el fin de ofrecer aquellos artículos generalmente en desuso, a los que otras personas pueden darles una segunda vida, evitando también con ello que muchos objetos acaben indebidamente en los cubos de basura o en vertederos incontrolados.