El incendio forestal que asola desde hace días la sierra de Porto vuelve a poner en jaque a las cuadrillas de extinción. San Ciprián, ya evacuado por prevención, se convierte este viernes en punto neurálgico de la operación contra el fuego. Desde su parte más alta, los técnicos del Puesto de Mando Avanzado coordinan con máxima atención las próximas horas, que se prevén críticas.
La evolución del incendio preocupa, y mucho. Aunque la pasada noche se intentó frenar su avance con contrafuegos y cortafuegos, las condiciones meteorológicas no ayudaron. El viento, caprichoso e imprevisible, frustró la estrategia y ahora el frente más activo amenaza con descender con virulencia hacia las zonas pobladas si el viento gira hacia el norte.
Mientras tanto, decenas de medios —terrestres y aéreos— permanecen a la espera de órdenes. Las brigadas forestales, apoyadas por la UME, maquinaria pesada y bomberos desplazados desde distintos puntos del país, vigilan desde el núcleo de aldeanos cercanos al pueblo. Refrescan la zona, tensos pero firmes, por si el fuego decide cambiar de rumbo.
Los helicópteros y aviones trabajan sin descanso batiendo las laderas más comprometidas. El objetivo: contener el avance de las llamas y ganar tiempo para que los equipos en tierra puedan rehacer cortafuegos y reforzar las líneas de defensa.
San Ciprián, ahora con menos vecinos, no pierde esperanza ni de trabajo ni de lucha. La montaña arde, pero también arde el coraje de quienes no se rinden y los que se han quedado para defender sus pueblos.
