Castromil, sufridor eterno de lo que llega a la provincia y lo que provocan los malditos pirómanos

Los vecinos, una vez más, se hacen la misma pregunta: ¿por qué se tarda tanto en declarar el incendio si la cercanía a la población es evidente desde el minuto uno? ¿Qué más hace falta para activar una respuesta urgente?
Nuevo incendio en castromil
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De nuevo, el fuego. De nuevo, Castromil. De nuevo, Sanabria. La alta Sanabria vuelve a ser epicentro de una tragedia que parece no tener fin. Allí donde empezó el verano negro para Zamora, vuelve a encenderse una llama —esperemos que para poner fin, de una vez, a esta maldita estación que ha dejado el territorio calcinado, con el negro como único manto.

Desde las 10:30 de la mañana, los vecinos ya barruntaban otra desgracia. El olor, el cielo plomizo, el viento traicionero... Y los avisos al 112...todo indicaba que algo se venía encima. Como siempre, los primeros en actuar fueron ellos: los vecinos, los voluntarios, los de siempre. Después llegó la Guardia Civil, los equipos de emergencia, los bomberos de la Diputación y las carrocetas de la Junta, cercando el pueblo como podían frente a un enemigo que arrasa sin piedad.

 Los castaños centenarios han vuelto a arder, a sufrir el zarpazo de un desastre mil veces maldito. Un fuego que no entiende de descansos ni de justicia. El viento, más bastardo que nunca, ha vuelto a dinamitar las previsiones. Y ahí estaban, una vez más, vecinos con mangueras caseras, brigadas con el cansancio de un mes al 110%, equipos de emergencia al borde del colapso.

Y, como en tantas otras ocasiones, la mano del hombre parece estar detrás. Pirómanos, negligencias, desidia… da igual el origen: el resultado siempre es el mismo.

Los vecinos, una vez más, se hacen la misma pregunta: ¿por qué se tarda tanto en declarar el incendio si la cercanía a la población es evidente desde el minuto uno? ¿Qué más hace falta para activar una respuesta urgente? Porque el humo no engaña, el viento no espera y las llamas no negocian. La lentitud en la toma de decisiones es, para muchos, tan peligrosa como el propio fuego. Los resultados cantan: hectáreas calcinadas, medios agotados y pueblos que se salvan —si se salvan— por el esfuerzo sobrehumano de sus propios habitantes y brigadistas. La sensación es clara: la administración siempre llega tarde, aunque el fuego llegue puntual y se conozca la situación.

Cinco horas casi pasaron desde el inicio del incendio hasta que se declaró el nivel que, desde el principio, era evidente. Y seguimos sin aprender. Reincidiendo en errores que solo llevan a una conclusión: hay que revisar ya los protocolos de actuación y la inmediatez de la respuesta. No basta con decir que hay medios. Hace falta que sobren, no que falten.

Zamora no se merece esto. Ni Castromil, ni Porto, ni Sanabria, ni la Cernecina, ni Molezuelas, ni Aliste, ni Tierra del Pan, del Vino o Sayago.

O cambian los directores de este club de desgracias, o el partido lo seguirá ganando el de siempre: el fuego. Y está claro que ni el director ni el entrenador de este equipo de políticos y gestores sabe cómo hacer jugar a los verdaderos protagonistas de esta tierra: quienes votan, quienes pagan y quienes siguen resistiendo mientras otros solo miran desde su despacho.

14 medios aéreos, autonombas, bomberos de la Diputación de Zamora....han ayudado todos son preguntas, ahora volvemos a la reflexión de siempre. Causa de un pirómano al que se le dejará en libertad? .... veremos si lo detienen 

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