El Nazareno y la Esperanza se encontraron, de frente, mirándose como lo hacen en la Plaza de Belén, pero no hubo despedida, no se fueron uno a San Frontis a seguir penando con la cruz y la otra a Cabañales, a llorar pero mantener la fé. Se quedaron en la Catedral donde Zamora se acercó a bridarles amor.
A un lado el Nazareno aguantando el peso de la cruz de los zamoranos, del otro la madre Esperanza a la que se aferra la ciudad para salir de esta oscruidad. En medio de ellos catorce estaciones como catorce puñales clavados en el corazón de una Semana Santa que no ha sido pero empieza a ser.
Galería de imágenes de Marcos Vicente.
Un reducidísimo número de músicos de la Banda Nacor Blanco haciendo sonar al Maestro Cerveró, su Nazareno y su Esperanza sus marchas que transportaron a los zamoranos que se acercaron a la rúa, al Puente de Piedra y a la Plaza de Belén y no, no hubo despedida de la madre y del hijo pero sí de los zamoranos que tuvieron que decir adiós sin verles marchar a San Frontis y a Cabañales.