Un pregón cincelado con la gubia de la palabra

Ricardo Flecha reivindica la plena integración de la mujer en todas las cofradías en un intenso pregón con la escultura y las propias vivencias como ejes.

No se trabó con la palabra, como anunciaba al principio de su alocución, ni ha sido el pregonero más torpe en el decir que ha tenido la Semana Santa de Zamora. Muy al contrario: brillante, fluido, inteligente, incisivo en ocasiones, íntimo en otras y, ante todo, sincero, el escultor Ricardo Flecha ha abierto de forma oficial con su pregón la Semana Santa en un acto que ha tenido lugar en el Teatro Ramos Carrión.

Tras la presentación realizada por el periodista Luis Jaramillo, quien ha recordado las numerosas aportaciones del escultor a la Semana Santa de Zamora y de diferentes puntos de España, y flanqueado por dos de sus obras como son el Barandales que se exhibe en el Museo de Semana Santa y un crucificado de la Hermandad de la Buena Muerte, Ricardo Flecha anunciaba un pregón desde la vivencia del escultor que, a la postre, ha sido también un repaso por sentimientos y vivencias comunes y su particular interpretación de la Semana Santa zamorana.

Así, desde el recuerdo a quien fuera su maestro, Ramón Abrantes, Flecha ha afirmado que no existe mejor lección de anatomía que la del Cristo de las Injurias, en contraposición con el sentimiento que despierta el Cristo de la Buena Muerte, dos imágenes que son "como un compendio filosófico de lo que tiene que ser una creación escultórica", si bien desde su experiencia personal ha destacado que "prefiero hablar con Dios en humilde silencio" frente a "su" Cristo del Amparo.

Con pasajes cuajados de anécdotas y vivencias que iban desde el humor a la emoción -Flecha en estado puro- el pregonero ha recordado las primeras procesiones de la mano de la madre, las vivencias de los adolescentes que se hacen y sienten mayores la primera vez que empalman en la madrugada del Jueves al Viernes Santo, la profundidad del Miserere o la emoción de escuchar el Merlú y Thalberg y ha rendido un homenaje a los cargadores ("En Zamora sabemos decir 'te quiero' al compás pausado del andar de un Cristo") pero también a los hermanos de fila, donde la oración y la penitencia es más íntima y personal.

El pregonero ha reivindicado la integración de la mujer en todas las cofradías y ha hecho alusión a la intolerancia de los hombres o a la "desidia" de las autoridades competentes para que se produzca de forma natural, a la vez que ha gustado que Zamora tiene el reto de tener un paso cargado sólo por mujeres, una cofradía exclusivamente de mujeres o un paso realizado por una mujer, recordando que la Pasión zamorana sólo cuenta con una obra femenina como es el último de los crucificados de la Hermandad de las Siete Palabras.

Flecha ha reivindicado asimismo la tradición imaginera de la escuela castellana en contraposición a la escuela andaluza, o la revolución que supuso en la imaginería la incorporación de Redención, de Benlliure, a la Semana Santa de Zamora.

Especialmente emotiva fue la referencia al hábito, a esas túnicas de Semana Santa con la que los zamoranos son amortajados, momento que compensó con una graciosa referencia a los "cansinos" o "jartibles" de la Semana Santa durante todo el año.

Con la Resurrección como fin último de los días santos ("Todos los Viernes Santos hay una procesión en el cielo") el escultor ha dado por concluido su pregón "con la humildad y dedicación que tiene que tener toda obra".

Un público puesto en pie que ha interrumpido en numerosas ocasiones al pregonero ha ovacionado el pregón de Ricardo Flecha, que no se trabó con la palabra y ha esculpido un vibrante y valiente pregón desde sus más íntimas y sinceras convicciones como escultor, como zamorano y como hombre de fe.

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