En un día cargado de simbolismo y tradición, la celebración del Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, marcando el inicio de la Semana Santa. En esta jornada, las palmas y las ramas de árboles toman protagonismo, recordando el recibimiento del pueblo hacia Jesús, quien fue aclamado como el hijo de David, portador de paz y salvación.
Según los relatos bíblicos, las palmas y las ramas de árboles fueron esparcidas por el suelo como gesto de honor y reconocimiento al paso de Jesús montado sobre un pollino, un símbolo de humildad y paz en contraposición a la imagen de un caballo, asociada a la guerra. Los evangelios relatan que el pueblo cortó ramas de árboles del campo para recibir a Jesús, aunque también se mencionan las palmas en el evangelio de Juan.
¿Por qué olivos y laureles? Cada árbol tiene un significado particular en esta festividad. Las palmas simbolizan la fecundidad y la riqueza, el olivo representa el camino de Jesús descendiendo del Monte de los Olivos y la paz, mientras que el laurel evoca la victoria y la resurrección de Cristo al tercer día de su crucifixión. Estos árboles eran comunes en la zona y se empleaban como elementos ceremoniales en la celebración.
La tradición del Domingo de Ramos ha perdurado a lo largo de los siglos, siendo celebrada por jóvenes y mayores por igual. Los niños, en particular, juegan un papel destacado en esta festividad, llevando versiones artesanales o rizadas de las palmas, mientras que los adultos suelen portar palmas más grandes como símbolo de devoción y respeto hacia Jesús y su entrada triunfal en Jerusalén.