El Silencio ha sido siempre un signo de respeto y penitencia en la celebración cristiana, y los niños, ataviados con túnicas, han caminado en esta procesión emulando a los antiguos cofrades que en tiempos anteriores solían recorrer las calles del Cubo del Vino con la misma solemnidad. El paso de Jesús, portado con sumo cuidado por los más pequeños, simbolizó el sacrificio y la humildad, valores que han sido transmitidos de generación en generación.
Una Tradición Recuperada
La procesión, que había quedado relegada a la memoria colectiva del barrio, ha sido revivida en este 2025 gracias a la iniciativa de los padres y de los propios cofrades, quienes han querido hacer un homenaje a las generaciones pasadas. Al principio, parecía un acto sencillo, pero con el apoyo de la comunidad y con el fervor que han puesto los niños en su participación, la jornada se ha convertido en una verdadera celebración de la memoria y la fe.

El Acompañamiento de los Padres
Aunque son los más pequeños quienes han protagonizado el evento, no han estado solos en su caminar. Los padres, como parte activa de esta tradición, han acompañado a sus hijos, ayudándoles a portar a Jesús y a mantener la serenidad de una procesión que, aunque pequeña, se ha sentido profundamente significativa. El Silencio, ese silencio que caracteriza esta tradición, ha sido el hilo conductor de la jornada, envuelto en la solemnidad propia de la Semana Santa zamorana.
Un Acto Digno de Admiración
La recuperación de la Procesión del Silencio en El Cubo del Vino no es solo un acto simbólico, sino también un testimonio de la importancia de las tradiciones en la vida de una comunidad. Los niños, al ser partícipes de este ritual, no solo han aprendido sobre su historia y las costumbres de su pueblo, sino que han entendido el valor de la fe, el respeto y la devoción.
Este gesto, cargado de emoción, ha dejado una huella imborrable en los corazones de los vecinos de El Cubo del Vino. Este año, más que nunca, el barrio se ha unido en torno a una tradición recuperada, mostrando que las costumbres del pasado tienen cabida en el presente, y que su legado seguirá vivo en las generaciones futuras.
En la jornada de MiércolesSanto, El Cubo del Vino ha celebrado el Silencio con el fervor y la emoción de los más pequeños, quienes, con su inocencia y respeto, han hecho renacer una tradición que, si bien en el pasado se vio perdida, ahora vuelve a llenar las calles del barrio de Zamora con esperanza y devoción. Un acto digno de admiración que, sin lugar a dudas, quedará marcado en la memoria de todos.
