Este acto litúrgico, considerado el culmen del Triduo Pascual, marca el paso de la muerte a la vida, del silencio a la esperanza, y supone una de las celebraciones más simbólicas del calendario cristiano.
Los hermanos están convocados a acudir con su túnica y medallón, reforzando así la presencia de la hermandad en una ceremonia que combina la liturgia de la luz, la Palabra, el agua y la Eucaristía, en un entorno tan imponente como lo es la Catedral zamorana en plena noche pascual.
Procesión hacia el Mirador del Troncoso
Si las condiciones meteorológicas lo permiten, al finalizar la Vigilia, los cofrades de Luz y Vida acompañarán a su imagen titular en procesión desde la Catedral hasta el Mirador del Troncoso, cerrando así con recogimiento, silencio y esperanza una Semana Santa intensa y profundamente vivida.
Este recorrido simbólico hacia uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad representa el espíritu de la hermandad: caminar desde la oscuridad hacia la luz, desde el duelo hacia la resurrección, desde la muerte hacia la vida eterna.
Con este gesto, Luz y Vida no solo honra a su imagen titular, sino que renueva públicamente su fe en una ciudad que ya se despide de los días de Pasión, pero que abraza la Pascua con la misma intensidad con la que vivió cada procesión. La llama pascual queda encendida en los corazones de los zamoranos, que hoy celebran que la vida ha vencido a la muerte.