Las inmediaciones de la Iglesia de San Cipriano se vistieron de reconocimiento para recibir una placa en memoria de Jerónimo Aguado González, una figura que marcó profundamente la tradición musical de Zamora. El rezo del Miserere, esa obra que se ha convertido en un pilar fundamental de la Pasión, ha sido el hilo conductor que ha unido generaciones y corazones en la bulliciosa Plaza de Viriato. Desde su primera interpretación en 1953, a manos de un modesto coro dirigido por él, ha crecido y florecido, convirtiéndose en una sinfonía celestial que traspasa fronteras.
Pablo Durán, director del Coro Sacro 'Jerónimo Aguado' y del Yacente, se mostró emocionado, con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta. Agradecido por este reconocimiento que "lleva ya un tiempo en mente. Murió hace veintiún años y era momento de dedicarle algo en reconocimiento de la ciudad a su labor". Es así como nace este merecido homenaje, una placa para que toda la ciudad pueda rendir tributo a un hombre cuya pasión por la música y la fe marcó a generaciones enteras.

La elección de la ubicación no fue casualidad. En las inmediaciones de la Iglesia de San Cipriano, realizó su último ensayo del Miserere, dejando una huella imborrable en el corazón de Zamora. María Eugenia Cabezas, concejala de Cultura en el Ayuntamiento de Zamora, afirmó que se trataba ya de "una deuda que teníamos con él". Y es que, efectivamente, este homenaje representa el reconocimiento a una vida dedicada al enriquecimiento cultural y espiritual de la ciudad.
La vida de Jerónimo Aguado estuvo marcada por su pasión y dedicación a la música y la fe. Nacido en Arquillinos en 1921 y fallecido en Zamora en 2003, Aguado fue sacerdote, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Zamora, profesor de música y religión, y fundador del Coro del Miserere de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente y del Coro Sacro Zamora que lleva su nombre.

El legado de de este zamorano trasciende la música y alcanza lo social, humano, pedagógico y educativo. Su influencia se hizo sentir en generaciones de cantores, a quienes inculcó valores como la disciplina, la constancia, la superación y el compromiso. Por su invaluable contribución, recibió el máximo reconocimiento zamorano, el Barandales de Honor, en 1999, y fue nombrado Director Emérito del Coro del Yacente en 2003. En cada nota del Miserere, en cada gesto de los ciudadanos que se detienen frente a la placa en su honor, Jerónimo Aguado vive eternamente, recordando la importancia de la música, la fe y el legado cultural que une a Zamora.