Francisco Guarido, alcalde de Zamora, se mostró muy claro sobre la posible suspensión de la Semana Santa a causa del coronavirus: “El Ayuntamiento no puede prohibir la Semana Santa, esa es una competencia de las autoridades gubernamentales y sanitarias”. El primer edil de IU señala de forma directa a la Junta de Castilla y León y el Ministerio de Sanidad, quienes deben de ser los que tomen la decisión de adoptar esta impopular medida.
Lo cierto es que la celebración de la semana de Pasión mantiene en vilo a toda la ciudad y, sobre todo, a los empresarios y hosteleros que tienen en esta celebración su principal fuente de ingresos a lo largo del año. La suspensión del periodo de mayor afluencia turística a la provincia puede ser un mazazo de consecuencias inconmensurables para la economía de la provincia, si bien es cierto que quizás no hacerlo, si la crisis del coronavirus se agrava, puede ser una temeridad que puede poner en riesgo la salud de miles de personas y conllevar el colapso del sistema sanitario español en su conjunto.
Por el momento, se trata de un melón que ningún responsable de la administración (provincial, regional o nacional) se atreve abrir por el coste político que ello podría suponer. El más avilantado en este aspecto fue el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, que este pasado miércoles se atrevió a decir que “es bastante probable que se suspenda la Semana Santa”.
Por el momento todo son especulaciones, pero parece que el coronavirus no perdona a lo humano, pero tampoco ni mucho menos a lo divino.