El dolor de una madre

Madre sólo hay una, la nuestra. Nuestra Madre en una noche de Angustias que mañana será de Soledad. Madre que cada año sale rodeada de otras madres y que hoy se ha quedado sola con su hijo en el regazo buscando consuelo.

Reina y madre de Zamora. Vida y dulzura, esperanza nuestra. Madre del Viernes Santo que clama al cielo con dolor, con los labios queriendo gritar por última vez antes de convertirse en una senerísima Soledad. Con las lágrimas brotando bajo la luna zamorana y las espadas clavadas en el corazón. Cruz de plata sobre tu pura cabeza. Rayos de luna que hacen brillar tus lágrimas de dolor. Stabat mater dolorosa.

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A ti suspiramos, madre, mientras sostienes en tus manos entrelazadas el último álito de esperanza. Virgen de las Espadas clavadas en el corazón del Santísimo Cristo de la Misericordia que yace muerto en su altar sin que puedan alumbrarle las tulipas de sus damas. Estemeña blanca de pureza, caperuz negros de luto. Dolor en las casas de los zamoranos por dejar sola a una madre. Dolor de una madre que no puede acoger a sus hijos.

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