Asidos a la cruz

El Cristo del Espíritu Santo no pudo entrar en el recinto amurallado pero entró, un día más, en la muralla de los corazones zamoranos.

En el huerto había silencio pero un silencio distinto. No eran esos momentos íntimos de oración antes de salir la procesión sino un silencio de vacío. En la iglesia apenas unos pocos mayordomos, directivos, coro, oficiantes y él. Asidos a la cruz el día en el que el Cristo no pudo entrar intramuros, el día en el que no salió del arrabal pero entró en los corazones amurallados como recordó Antonio de la Higuera en su primer Viernes de Dolores como presidente.

Galería de Marcos Vicente.

El acto, la oración por todos los que sufren y han sufrido, por los que nos han cuidado estos meses de pandemia, por los que nos han dejado, por los que han conseguido aportar luz contó con las famosas tinieblas de las noches del Viernes de Dolores y con los emocionantes momentos del Crux Fidelix y el Cristus Factus Est. 

En tinieblas, como si se tratara de una noche cerrada sobre la bien cercada, sobre el atrio de la Catedral, solo con unas pocas luces de los tenebrarios del Cristo y algún farol, el coro entonó con un pequeño puñado de voces que el pueblo segúia asido a esa cruz fiel.

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