Zamora se llena de alegría infantil en un Domingo de Ramos inolvidable

Domingo de Ramos en Zamora, los niños protagonistas

La procesión de la Entrada de Jesús en Jerusalén vuelve a congregar a cientos de familias en torno a la tradición más popular y luminosa de la Semana Santa zamorana

Zamora ha estrenado su Semana Santa 2025 con la procesión más familiar y multitudinaria del calendario litúrgico: la Entrada de Jesús Triunfante en Jerusalén, más conocida como la Borriquilla. Una cita marcada por el entusiasmo de los niños, verdaderos protagonistas de esta jornada que vuelve a teñir de esperanza y alegría las calles de la capital.

La salida, como es habitual, tuvo lugar desde los jardines de San Bernabé, donde el Obispo de Zamora realizó la bendición de las palmas, momento que marcó el inicio oficial del cortejo procesional. La Banda de Cornetas y Tambores Ciudad de Zamora abría paso a una comitiva cargada de simbolismo, donde padres, madres, abuelos y, sobre todo, los más pequeños acompañaban con emoción el caminar de Jesús sobre la borriquilla.

La cantera de la fe

Lo que convierte este Domingo de Ramos en un día especial es, sin duda, la presencia masiva de niños. Ataviados con sus mejores galas y portando palmas bendecidas, son ellos quienes imprimen a la jornada un carácter único, fresco y esperanzador. La imagen de decenas de niños caminando entre sonrisas y miradas de admiración recuerda que la Semana Santa de Zamora no solo se conserva, sino que se renueva con fuerza en cada nueva generación.

Estos pequeños cofrades representan la cantera de devoción infantil, el relevo que asegura la continuidad de una tradición profundamente arraigada. Cada palma elevada al cielo es un gesto de fe, un eslabón más en la gran cadena espiritual y cultural que une a Zamora con su Semana de Pasión.

Una procesión de identidad

Tras el paso de la borriquilla, acompañado por la Banda de Música de Zamora, marchaban las autoridades civiles y religiosas, junto a representantes de todas las cofradías zamoranas, en señal de unidad y compromiso con las tradiciones que definen el alma de la ciudad.

La procesión recorrió el centro histórico entre una multitud emocionada, dejando a su paso palmas, sonrisas y esa mezcla de solemnidad y ternura que solo el Domingo de Ramos puede ofrecer. Con esta cita, la ciudad no solo celebra la entrada de Jesús en Jerusalén, sino también el inicio de una semana de profunda intensidad espiritual, donde cada paso, cada silencio y cada mirada cuentan.

Zamora ya camina hacia su Semana Santa. Y lo hace con los niños al frente, renovando, como cada año, el corazón de una tradición que se siente… y se hereda.