Triufé, una pequeña localidad sanabresa que ha sabido preservar y revitalizar sus tradiciones, ha dado la bienvenida al nuevo año con la presencia de los Visparros y Vieyas, acompañados de la Filandorra y el Galán. Esta mascarada, recuperada hace casi una década, se ha convertido en una celebración arraigada en la identidad cultural de la región, reviviendo una tradición que estuvo ausente durante más de 80 años.
La participación en este evento es intergeneracional, con personas de todas las edades contribuyendo a mantener viva esta costumbre. Los Visparros, ataviados con trajes peculiares compuestos por farrapos y telas rojas, desfilan por las calles acompañados de las Vieyas, cuyas caras están cubiertas por máscaras de ganchillo. Elementos distintivos como polainas, máscaras rojas y cencerros añaden un toque auténtico a esta representación.
Durante la celebración, los Visparros no solo desfilan, sino que también participan en acciones tradicionales como perseguir a los asistentes, lanzar cernadas con calderos, pellizcar con pelotas de castañas, azotar con lampazas y, en algunos casos, portar cabezas de vacas para envestir a la multitud. La festividad incluye un ritual de purificación, integrándose en las celebraciones del solsticio de invierno.
La autenticidad de la festividad se destaca por la colaboración de los propios habitantes de Triufé, junto con la participación de personas de localidades vecinas como Ferreros de Sanabria, Puebla de Sanabria y Castellanos de Sanabria. La iniciativa de recuperar y mantener estas tradiciones ha contado con el apoyo fundamental de la Asociación para el estudio de la montaña Criosanabria y la dedicación de vecinas de Triufé.
Daniel Boyano Sotillo, descendiente de Triufé y presidente de Criosanabria, destaca "la importancia de enseñar y preservar estas tradiciones como clave para la conservación de la cultura local". Para Sotillo, el propósito de la celebración va más allá del entretenimiento donde "el objetivo es divertirse, disfrutar del ritual, enseñar y aprender a conocer, a entender y a admirar las mascaradas de invierno de Sanabria, porque no se quiere lo que no se conoce, y no se cuida lo que no se quiere". La recuperación de estas expresiones culturales demuestra que las raíces rurales siguen vibrantes y llenas de vitalidad.