Después de meses de espera y anuncios reiterados, el Puente de la Estrella, en la provincia de Zamora, finalmente estrena su semáforo. Este proyecto, largamente esperado por los usuarios de la N-631, ha generado gran expectación debido a los continuos retrasos que han marcado su instalación.
Un semáforo para ordenar el paso
La infraestructura, ubicada sobre el río Esla y el embalse de Ricobayo, entre los municipios de Perilla de Castro y San Cebrián de Castro, se encontraba desde hace tiempo en el centro de las reclamaciones de conductores que pedían una solución para mejorar la seguridad y la fluidez del tráfico. Ahora, tras las últimas pruebas realizadas en la tarde del 28 de enero, el semáforo ya está operativo, regulando el paso en este estrecho puente de 1933, que da servicio tanto a turismos como a vehículos pesados.
Durante las pruebas, los tiempos de espera, que rondaron los dos minutos, demostraron ser suficientes para permitir el cruce alternativo sin generar grandes retenciones. Una solución aparentemente sencilla que, sin embargo, ha tardado más de seis meses en materializarse desde los primeros anuncios de la Dirección General de Tráfico.
Un proceso lento y lleno de anuncios
El subdelegado del Gobierno, Ángel Blanco, reconocía en octubre pasado la tardanza en la instalación, atribuyéndola a los trabajos necesarios para las canalizaciones eléctricas y otros aspectos técnicos. Aunque se había comprometido a que el semáforo estaría en funcionamiento antes de terminar 2024, finalmente no ha sido hasta este final de enero cuando la infraestructura ha comenzado a operar. Este retraso ha generado críticas entre los zamoranos, que consideran que, una vez más, los proyectos en la provincia avanzan a un ritmo desesperadamente lento. "Las cosas de Zamora van más despacio que en palacio", lamentan algunos vecinos, reflejando el sentir general de una provincia acostumbrada a esperar.
El Puente de la Estrella: historia y funcionalidad
El Puente de la Estrella, inaugurado en 1933, tiene una historia singular. Fue construido para sustituir al anterior puente de 1869, que quedó sumergido tras la puesta en marcha de la presa de Ricobayo. Situado en el punto kilométrico 2,220 de la N-631, es un paso clave en la red de carreteras nacionales, conectando localidades y facilitando el transporte de mercancías y viajeros.
Sin embargo, su estructura estrecha y la falta de regulación del tráfico habían convertido este punto en un cuello de botella para conductores, especialmente en horas punta. La instalación del semáforo busca ahora aliviar estos problemas, mejorando la seguridad y la fluidez del tráfico en este tramo crítico. Un tramo que con la señalización vertical de preferencia no era suficiente, y en cuanto un camión entraba en el puente, el problema estaba planteado.
¿Un paso hacia adelante?
Aunque el semáforo ya funciona, queda en el aire si habrá algún acto oficial para su inauguración y si se explicará la frecuencia y se estudiará la misma si bien en las primeras pruebas, no han sido más de dos minutos las esperas practicadas. Más allá de esta posible formalidad, la realidad es que los conductores ya han comenzado a disfrutar de una infraestructura que debería haber estado operativa mucho antes. Este caso no solo es un ejemplo de cómo un proyecto relativamente sencillo puede acumular retrasos innecesarios, sino también un recordatorio de la necesidad de agilizar las obras públicas en una provincia que a menudo se siente olvidada.
El Puente de la Estrella simboliza, una vez más, las dificultades de una provincia que, a pesar de su riqueza histórica y su importancia estratégica, sigue enfrentándose a proyectos que avanzan con lentitud. Ahora, con el semáforo finalmente en funcionamiento, los zamoranos pueden respirar algo más tranquilos. Sin embargo, queda la sensación de que el progreso llega tarde y con demasiados obstáculos.
Quizá sea hora de que las cosas en Zamora comiencen a avanzar al ritmo que su gente merece.
