La EHE amenaza el relevo de la ganadería zamorana: "Con 29 años es muy duro replantearte tu futuro, pero es insostenible"

El 42% de explotación en extensivo que mantiene desde hace casi cinco años está infectada, con una mortalidad del 1,5%

La situación se extiende a todos los cuidadores de vacuno en extensivo, que ya registran una decena de bajas sobre un total de 500 cabezas

Una de las bajas de ganado vacuno por la EHE en una explotación ganadera de Piñuel. Fotografía: CEDIDA
photo_camera Una de las bajas de ganado vacuno por la EHE en una explotación ganadera de Piñuel. Fotografía: CEDIDA

"Mi vida siempre han sido las vacas. Es a lo que me quise dedicar y ahora es insostenible". Es la voz de David, un joven ganadero de 29 años que en apenas 72 horas ha visto cómo la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica se ha llevado dos de sus vacas nodrizas por delante. La situación cobra dimensiones mayores si atendemos al conjunto de su explotación, donde el 42% de sus 130 cabezas de ganado presentan síntomas. 

El 26 de agosto la realidad de la extensión de la enfermedad procedente de Marruecos saltaba desde Ledesma a la comarca fronteriza con Zamora. Sayago comenzaba a anotar los primeros casos y Piñuel no ha sido ajena. Ese día David registró los cinco primeros casos, una situación que le ha obligado a desembolsar ya cerca de 3.000 euros en tratamientos de carácter puramente preventivo y de alivio de síntomas y a los que se suma otro montante similar por las bajas ocasionadas. 

Sólo entre los cinco ganaderos en extensivo que trabajan en el término municipal y que manejan en torno al medio millar de reses ya han notificado una decena de muertes. Todo un drama que afecta tanto a cuidadores cercanos a la edad de jubilación, pero que se acentúa en el caso de los más jóvenes. Dos de ellos poseen menos de 30 años, jóvenes que apostaron por mantenerse en el medio rural y que ahora añaden un nuevo reto a la ya de por si complicada tarea de hacer viable una explotación ganadera: "Este no puede ser nuestro futuro".

La impotencia se suma a las decenas de interrogantes sin respuesta y a la ausencia de una vacuna que pueda garantizar la supervivencia de buena parte de la explotación. Con la mayoría de su cabaña formada por vacas nodrizas de raza limusina, David habla de desolación, vacío, impotencia: "Me da miedo el pensar que hasta aquí he llegado, que no puedo más, pero es lo que transmite esta situación".

Algunas de las vacas afectadas por la EHE en una explotación ganadera de Piñuel. Fotografía: CEDIDA
Algunas de las vacas afectadas por la EHE en una explotación ganadera de Piñuel. Fotografía: CEDIDA

Ahora, con la explotación atravesando el pico de la enfermedad y ante la posibilidad de futuras reinfecciones, el panorama que se presenta es de incertidumbre en un día a día pendiente de la evolución de todas y cada una de las reses.

"Paso prácticamente todo el día con ellas. He presenciado desde los primeros síntomas y poco a poco cómo han ido cayendo y empeorando. Y sin opción de hacer nada por ellas... No hay palabras para explicar lo que se siente". 

 El EHE ha venido a "rematar" a un sector primario y a una zona especialmente afectada ya por el incremento de los costes de producción por la sequía (pienso y cebada) y que se suma a la subida de otras materias primas como el carburante. El lobo y los buitres tampoco lo han puesto fácil a este ganadero que ha sufrido numerosos ataques -sólo por acción del cánido ha tenido que informar en al menos tres ocasiones- desde que se ha puesto al frente de la explotación familiar. 

"Son pérdidas lo mires por donde lo mires. De no dar pronto con una solución, esto será el remate", lamenta. 

Algunas de las vacas afectadas por la EHE en una explotación ganadera de Piñuel. Fotografía: CEDIDA
Algunas de las vacas afectadas por la EHE en una explotación ganadera de Piñuel. Fotografía: CEDIDA

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