La ayuda que quema dos veces, los 500€ de la JCYL tributan en el IRPF

cañón del Forcadura arrasado por las llamas

Una ayuda que quema dos veces

En Zamora sabemos lo que es perderlo todo en cuestión de horas.

Un incendio arrasa casas, tierras, ganado y recuerdos. Y cuando parece que lo peor ha pasado, llegan los anuncios políticos: ayudas para damnificados, titulares de apoyo y promesas de acompañamiento. Pero detrás de esa apariencia de alivio se esconde otra realidad: esas ayudas tributan como ingresos en la Declaración de la Renta.

Es decir, lo que hoy se da con una mano, mañana se quita con la otra. Porque estas ayudas, lejos de ser un alivio limpio, llegan acompañadas de una carga fiscal que puede obligar incluso a quienes nunca habían hecho la Renta a enfrentarse a Hacienda. Para un vecino de Porto, un ganadero de Sayago o una familia de Ribadelago, lo que debería ser consuelo se convierte en un trámite que huele a castigo.

El paquete de ayudas de la Junta

El Acuerdo 34/2025, de 21 de agosto, detalla hasta una veintena de líneas de ayuda:

  • 500 € por familia desalojada.

  • Reposición de mobiliario y enseres básicos.

  • Subvenciones a ganaderos y agricultores por pérdidas de cabezas de ganado o colmenas.

  • Ayudas a autónomos y PYMES con 5.500 € directos, además de avales y bonificaciones de préstamos.

  • Obras urgentes en agua, caminos, patrimonio y turismo.

Sobre el papel, un abanico completo que pretende abarcar desde lo social hasta lo económico. Sin embargo, el documento no recoge en ningún punto la exención fiscal de estas ayudas, lo que significa que todas deberán declararse en el IRPF como ganancia patrimonial.

Un ejemplo claro: una familia que cobre los 500 € por evacuación tendrá que incluirlo en la Renta; un ganadero que reciba 5.500 € para su explotación tributará por ello al año siguiente.

La trampa fiscal y la falta de transparencia

Nadie cuestiona la necesidad de un plan de choque. Lo criticable es que la Junta lo anuncie a bombo y platillo sin aclarar la carga fiscal que conlleva, ni habilitar mecanismos de exención o fraccionamiento. Se vende la palabra “ayuda”, pero la realidad es que el afectado puede encontrarse con que parte de ese dinero vuelva a las arcas públicas.

Y aquí aflora la contradicción de siempre: las administraciones se llenan la boca con palabras como apoyo, resiliencia o solidaridad, pero a la hora de la verdad, la burocracia y la falta de coordinación con el Estado hacen que los más vulnerables vuelvan a pagar el precio.

Municipios afectados en Zamora

La Orden MAV/945/2025 recoge oficialmente la lista de pueblos evacuados durante el verano de 2025, entre ellos:

  • Alcubilla de Nogales

  • Ayoó de Vidriales (Congosta)

  • Cubo de Benavente

  • Ferreruela (Ferreruela de Tábara y Sesnández de Tábara)

  • Fuente Encalada

  • Galende (Moncabril, Pedrazales, Ribadelago, Ribadelago Nuevo, San Martín de Castañeda y Vigo)

  • Gallegos del Río (Puercas y Valer)

  • Hermisende (Castromil)

  • Losacio

  • Molezuelas de la Carballeda

  • Pías (Barjacoba, Pías y Villanueva de la Sierra)

  • Porto

  • Riofrío de Aliste (Abejera, Riofrío de Aliste y Sarracín de Aliste)

  • Rosinos de la Requejada (Doney de la Requejada)

  • San Justo (Barrio de Rábano, Coso, Rábano de Sanabria y San Ciprián)

  • San Vicente de la Cabeza (Bercianos de Aliste)

  • Santibáñez de Vidriales (San Pedro de la Viña)

  • Trefacio (Cerdillo y Murias)

  • Uña de Quintana

  • Villageriz

Decenas de pueblos, cientos de familias y miles de hectáreas arrasadas. ¿De verdad alguien cree que lo que necesitan ahora es añadir un problema fiscal al drama que ya viven?

Ayudar de verdad

El campo zamorano no necesita gestos de cara a la galería, sino medidas reales, netas, que no se evaporen en la Renta. Ayudar no es redactar un decreto ni convocar una rueda de prensa: ayudar es que, tras el fuego, las familias tengan un colchón de verdad, no un espejismo que se esfuma en abril, cuando toca hacer cuentas con Hacienda.

En resumen: estas ayudas arden dos veces. Primero en el monte, después en el papel timbrado. Y Zamora ya no está para soportar más fuego.