Sigue creciendo la tensión en Ucrania. El dictador ruso, ha pedido al ejército ucraniano tomar el poder en Kiev y derrocar al actual presidente, Volodimir Zelensky, al que calificó de “drogadicto y neonazi”.
“Tomen el poder entre sus manos. Me parece que será más fácil negociar entre ustedes y yo” afirmó el ruso. Esta misma jornada la OTAN ha pedido a Rusia la retirada inmediata de las tropas soviéticas de Ucrania.
De igual modo, cada vez es mayor el flujo de personas que abandonan Ucrania por los pasos terrestres que conectan con países vecinos, se calcula que ya serían más de 67.000 los refugiados desde que Rusia comenzó con su ataque el jueves.
Por su parte, los vecinos que han decidido permanecer en la ciudad de Kiev, ya se encuentran cobijados en bunkers para intentar mantenerse a salvo. El presidente ha pedido a los hombres que luchen contra las tropas rusas y no permitan la invasión de la ciudad.
La alarma ya sonó. Una alarma que anuncia la hora de esconderse. Un sonido que no se escuchaba desde la II Guerra Mundial y que pone el vello de punta. Jóvenes de 18 años empuñando armas, tranques estrellándose contra coches con personas en el interior. Una pesadilla que aún no ha llegado a su punto álgido.
Animales, bebés, niños, ancianos y madres lloran. Tienen miedo con cada explosión de una guerra que se formó en despachos y que solamente pagan civiles.
Mientras tanto, esta misma jornada la Unión Europea ha acordado congelar los activos de Putin y el ministro de Exteriores ruso en un nuevo paquete de sanciones. Medidas que aíslen al dictador y pueda imaginarse las consecuencias de esta guerra también para el país soviético.
